LEANDRO N. ALEM. Griselda Gómez vivió toda su vida con la sensación de que está incompleta. Cuando se enteró de la verdad hace unos diez años, entendió todo. Pero saberlo no le bastó. Hace unos meses inició la búsqueda para encontrar y conocer a su hermana melliza, dada en adopción irregular hace 28 años en Leandro N. Alem, donde nacieron ambas. La joven secretaria administrativa de una empresa de esta localidad siente que su vida no puede desarrollarse plenamente mientras conviva con la eterna incertidumbre: la mujer que debe ser idéntica a ella ¿estará viva? ¿Es feliz? ¿Está bien? ¿Tiene hijos? ¿Dónde vive? No son respuestas fáciles pero ella está decidida a completar el crucigrama, y para ello cuenta con el apoyo de su familia y sus amigos. El proceso que vive es esperanzador pero también doloroso, y requirió de muchísima comprensión y amor hacia su madre, una mujer que siendo muy jovencita y muy pobre, quedó embarazada de un hombre que la abandonó. Su mamá trabajaba y vivía en una chacra de un paraje rural del municipio y sólo pudo acceder a la atención médica el mismo día del parto. También allí se enteró de que en vez de una niña, era madre de dos. Fue el 27 de junio de 1987 el día en que ambas niñas vinieron al mundo en una clínica conocida de la ciudad de Leandro N. Alem. Se enteró de este dato hace relativamente poco, cuando finalmente su mamá pudo contarle toda la historia superando su propio profundo dolor. “Mi mamá le dejó la nena al médico que la atendió en el parto y que se ofreció a encontrarle una familia adoptiva. Según las palabras de los allegados del doctor, entregaron a la beba a la familia Verri y a la vez ellos finalmente le consiguieron a mi hermanita su familia definitiva. El problema es que la pareja Verri falleció y hasta ahí pude llegar con las averiguaciones, por eso lo cuento, porque por ahí hay gente que los conoció y puede aportarme algún otro dato para continuar la búsqueda y no quedarme estancada en este punto”, refiere Griselda. Y agrega que ella siente “un profundo agradecimiento hacia quienes ayudaron a mi madre a conseguir una familia adoptiva para mi hermanita”. Ella también puede entender este gesto. Una necesidad vitalNo fue nada fácil para Griselda embarcarse en una búsqueda que puede no tener resultados jamás y que requiere de una gran capacidad de empatía: “Me animé a buscarla después de mucho tiempo porque durante años pensé en mi madre y lo difícil que es esto para ella. Fue un paso muy duro para toda la familia y lo encaré ‘de grande’ porque ahora puedo entender todo el contexto, todo lo que mi mamá vivió en ese momento y en qué situación se encontraba”. Desde que decidió encontrar a la mujer con la que compartió el vientre materno, siguió todas las pistas que le fueron surgiendo pero quedó varada en la familia que falleció y que fue el último eslabón entre ella y el destino final que tuvo su hermana. “Yo no sé nada de ella, no sé su nombre, ni en qué provincia o país vive, si es que vive” refiere. Entiende que es muy complicado buscar de esta manera, “por eso se me ocurrió armar un perfil en Facebook que se llama “busco a mi hermana melliza, soy Gómez Griselda” con la esperanza de que alguien que sepa de ella vea las fotos y reconozca esos rasgos en su hermana. “Por ahí ni siquiera sabe que fue adoptada, lo que complicaría más las cosas… pero seguramente siente que algo no le cierra, que algo le falta, porque eso siento yo y lo sentí toda la vida”. Griselda insiste en los motivos de su búsqueda: “Mi mamá no tenía a nadie y a duras penas podía criar a una sola bebé. En su desesperación ella buscó ayuda. Ojalá mi hermana lo pueda entender el día que la encuentre, porque el dolor que mi madre siente en el corazón no tiene límites. Fui a hablar con el médico que ya es un señor grande y casi no recordaba el caso, por eso me hizo hablar con su esposa. La señora me contó casi textualmente lo que me contó mi mamá sobre su situación desesperante y las buenas intenciones que tuvieron todos. Insisto con esto porque sé que muchos pueden temer otras intenciones, y quiero dejar en claro que lo mío es una necesidad vital”. Mientras espera respuestas y sigue tratando de hablar con vecinos, gente que trabajó o conoció al último eslabón de la cadena, no puede dejar de imaginar el momento en el cual se producirá el reencuentro.Por ahora sólo puede ponerle cara a esa mujer como una réplica de ella misma. Lo demás sigue en una nebulosa que espera poder disipar.
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