“Se trata de un medida adoptada en un cuadro de aumento del crédito pero también de volatilidad financiera internacional y local, así como de rumores de devaluaciones que se quieren instalar en el país”, diagnosticó Alejandro Vanoli, titular del Banco Central, al presentar públicamente el jueves su decisión de volver a subir las tasas de los plazos fijos; entre otras medidas, para evitar la fuga de ahorristas hacia el dólar.La medida reconoce la presión de la escalada que sufrió el dólar blue, en las últimas semanas, ninguneada por el Gobierno al tratarse de un mercado acotado y marginal, pero que preocupa sin dudas en medio de los últimos preparativos para una puja electoral decisiva. Precisamente, tras los anuncios de Vanoli, la Bolsa de Buenos Aires sufrió una fuerte caída, del 6%, que se atribuyó a factores externos, como la cotización del petróleo, y a la decepción de los inversores “por las elecciones en Capital y las chances de Scioli de ganar las Paso”, destacó -con sinceridad brutal- un operador de la Bolsa. Los saltos del dólar paralelo a esta altura son casi un cotillón de campaña de los sectores del establishment financiero, no obstante dada la vulnerabilidad del escenario financiero en general y la tendencia omnipresente a la dolarización; al Gobierno no le quedó otra que salir al ruedo a tratar de frenar el envión. Por su parte, el propio Vanoli admitió que en los últimos quince días los plazos fijos mayoristas sufrieron una caída que rondó los 4 mil millones de pesos. Pese a estos percances, el Gobierno kirchnerista cuenta con que el mantenimiento del consumo y la leve recuperación actual les permite, a catorce días de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso), ingresar a la cancha con un contexto si no totalmente favorable. Al menos sin la viralización del mal humor social, provocada por un virtual colapso económico, que preveían algunos analistas. En este contexto, el viernes a la noche el PJ, con el pretexto de una reunión del instituto de formación de dirigentes Gestar, fundado por Néstor Kirchner, celebró una reunión plenaria en Parque Norte en la que el grueso de la dirigencia, incluyendo a los gobernadores K, sin descartar a Maurice Closs, juraron fidelidad y cerraron filas detrás de la fórmula del FPV: Daniel Scioli, Carlos Zannini. Cristina, que hasta ese momento comandó con mano férrea la campaña, y le dedicó no pocas inauguraciones transmitidas por cadena nacional, acompañó a la fórmula hasta la línea de fuego, pero se mantuvo alejada del acto; y a partir de ese mismo día, mantendrá a los funcionarios-candidatos, ya que comenzó a regir la ley que les prohíbe inaugurar obras -o lo que pueda ser visto como gesto encubierto al electorado- en actos oficiales. Sólo unos días antes, Scioli recibió un espaldarazo de Cristina, al ser aplaudido de pie por la mandataria en medio de un discurso. También en la semana, el bonaerense cerró su empeñosa campaña en pos del voto ultra K con un viaje relámpago a Cuba, donde se sacó una foto doblemente histórica con el presidente Raúl Castro. Victoria incómodaEn tanto, el domingo pasado el ajustado resultado con que Horacio Rodríguez Larreta se impuso en el ballotage porteño sobre Martín Lousteau, por apenas tres puntos, no sólo le dejó al ahora Jefe de Gobierno electo de la Ciudad Autónoma un parlamento complicado en la etapa que se viene, ya que la bancada de ECO, el variopinto soporte electoral de Lousteau, tendrá la mayoría, sino que impactó de lleno en la campaña presidencial de Mauricio Macri.Para la estrategia del precandidato del PRO, propuesta por su principal asesor y gurú ecuatoriano de las encuestas Jaime Durán Barba, la premisa que justificaba todo el despliegue que hizo Macri desde el inicio de la campaña, primero fichando a “Lilita” Carrió y Ernesto Sánz en el frente Cambiemos, y luego cerrándole la puerta de ese nucleamiento opositor a Sergio Massa; era la fortaleza sin fisuras del candidato en el distrito que gobierna desde hace ocho años. A nadie en el macrismo, ni a ninguno de los encuestadores y expertos que analizaron el escenario del ballotage, se le pasó por la cabeza que ECO se impondría en 9 de las 15 comunas porteñas, especialmente en el sur, donde el kirchnerismo hizo un espontáneo aporte. La victoria a lo pirro convirtió a Macri y al PRO en el blanco de todas las críticas, especialmente de aquellos que, en el arco opositor, habían quedado afuera de la profecía de un triunfo de Macri en un mano a mano con Scioli, como Sergio Massa y José Manuel De La Sota. Hasta el radical Ernesto Sánz, por primera vez desde que se oficializó el frente Cambiemos; se atrevió a imaginar una victoria ante Macri en las Paso del espacio opositor. Lousteau, el día después de las elecciones, terminó de definir el confuso panorama de Cambiemos al revelar que si Macri gana las Paso; su voto irá para Margarita Stolbizer, de Progresistas, gesto que no oculta el lado flaco de Cambiemos, una alianza de circunstancias si las hay. Giro discursivoTras el resultado electoral, y a partir del discurso que pronunció al final de la jornada electoral, Macri reformuló en tiempo real el contenido de la campaña electoral, y de repente, se lo escuchó ponderando las bondades de verdaderos íconos de la política K, como la renacionalización de YPF y Aerolíneas Argentinas; medidas que el PRO votó en contra en el Congreso. El giro provocó ironías y críticas del lado del kirchnerismo, incluyendo a Máximo Kirchner, a la presidenta y hasta a Daniel Scioli, que en su estilo moderado se permitió afirmar que “Lousteau hizo una gran elección que debe dejar inquieto y preocupado al macrismo”. Contra viento y marea, Macri siguió, igualmente, recitando el nuevo mantra, en un claro intento de recomponer su imagen -de quitarse de encima el sayo de paladín del neoliberalismo- frente a un escenario menos favorable a un cambio que lo que se esperaba en los inicios de la campaña. Por el momento, es difícil anticipar cómo se reflejará, en las Paso del 9 de agosto, este giro copernicano del líder del PRO.“Nuestro planteo no es un librito ideológico, sino ponernos ante el problema en forma pragmática para darle una mejor respuesta a la gente”, explica -defensivamente- el Jefe de Gobierno, quien, en su nueva mirada sobre la era K, le parece necesario mantener hasta el denostado “Fútbo
l para todos”. En un escenario acaparado por las tribulaciones del macrismo, De la Sota encontró el resquicio para disparar munición crítica contra la supuesta polarización. El precandidato presidencial del frente UNA, sostuvo que el Gobierno “está tratando de tapar una situación económica que es grave, es explosiva”, y que ni Daniel Scioli ni Mauricio Macri podrán sacar al país adelante. Respecto a Scioli, dijo que si gana “el país entra en cesación de pagos otra vez, en tanto definió a Macri como la persona “que quiere volver al ajuste neoliberal de los 90”. InfidenciaEl ala clossista del Frente Renovador quedó en evidencia esta semana con las declaraciones que hizo el diputado nacional desertor del oficialismo a un canal de televisión, donde reconoció que era el propio gobernador Closs quien lo alentaba y empujaba a reclamar la fractura del “consenso fundacional” mediante internas, en una actitud de doble moral del primer mandatario que sorprendió a la mayoría de los renovadores.Sólo así se explica el fuerte alineamiento que tuvieron algunos leales a Closs con Randazzo para las Paso, un camino que quedó trunco y que -reconocen con mucha vergüenza- los hubiera llevado a la extinción de la renovación, de no ser por la firmeza de Rovira de sostener el consenso y orientar el acompañamiento a Daniel Scioli, como única salida hacia la victoria y la continuidad del modelo nacional y provincial.La proclamación anticipada de la fórmula completa de la renovación, el alineamiento nacional con Daniel Scioli y la apertura política hacia los jóvenes colocan al oficialismo provincial en un escenario de previsibilidad, donde Rovira y Passalacqua emergen como los líderes de la campaña política, que tendrá un primer testeo el 9 de agosto, con toda la renovación unida traccionando para los candidatos.Pensando en el futuro, Passalacqua dejó entrever que se vendrá un “refresh” en todas las líneas del Gobierno después del 10 de diciembre y para ello ya tomó la rienda de la agenda de gestión, en reuniones que mantuvo con Daniel Scioli y todo su equipo en Buenos Aires, donde, según se supo, primero estuvo Rovira compartiendo largas charlas con el candidato a presidente del Frente para la Victoria.
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