POSADAS. El silencio y el dolor mezclados, destruyen el carácter y la conducta más rígida, lo corroen y aflojan, no hay cimiento que lo soporte. El breve velorio y sepelio de Horacelia Génesis Marasca (16) en el cementerio La Piedad, durante la mañana de ayer, no tuvo matices, fue profundo en el desconsuelo, tanto como la crueldad con la que la adolescente fue asesinada.Horacelia fue despedida por sus hermanos, madre, tíos y sus maestras de la Escuela 645, sin despegarse de su cajón de pino, tal vez el más sencillo y económico, y con un responso dirigido por el diácono de la parroquia San Antonio (barrio Rocamora), Simón Oscar Benítez.El velatorio duró poco más de una hora. Se realizó en la capilla ardiente, recinto frío y con pocas sillas que fueron alcanzadas por el personal administrativo del necrópolis municipal. A las 11, Natalia Benítez, caminó temblorosa 400 metros hasta el nicho donde fue depositado el féretro. Allí decidió quedarse rodeada de sus hijos, con un ramo de orquídeas en mano frente a los restos de Horacelia. El instante no remite a comparación, siquiera próxima. La escena es abrumadora, aprieta el alma, una madre sin explicaciones observando a su hija ingresar a un rectángulo de cemento, frío, mal revocado. No se escucha nada, aturde el sufrimiento.“Ahora hay que prepararse para enfrentar la ausencia. Comienza una etapa durísima, vamos a acompañar a Natalia, somos siete hermanos, pero estamos destrozados, lo que le hicieron a Horacelia es increíble, sólo esperamos que el que la mató no salga más de la cárcel, que reciba una condena a perpetua”, manifestó Jorge Benítez a PRIMERA EDICIÓN, segundos antes de tomar una de las seis manijas del cajón e iniciar el camino a la inhumación. “Horacelia no le hacía daño a nadie, era una buena hermana e hija”, resumió.“Niña hermosa”Las últimas maestras de Horacelia de la Escuela 645 (chacra 181) participaron de la ceremonia. “Una niña hermosa, compañera, inquieta, con iniciativas, participativa, de buena conducta y que a pesar de criarse con las limitaciones de la pobreza, terminó la primaria. Soñaba con iniciar la secundaria y luego convertirse en enfermera universitaria: ‘Quiero cuidar abuelos, que no sufran’, fue lo último que me dijo cuando la vi con su bebé en brazos hace pocos meses”, manifestó María Rosa Doboscz, directora del establecimiento educativo de la avenida San Martín y Urquiza.Graciela Franco fue también su educadora: “Horacelia se sobreponía a todo, era fuerte, sus compañeros la querían mucho y esto que pasó sacudió la escuela, nos quedamos paralizados, es inimaginable”.Doboscz la definió como “una víctima resiliente. Sufrió pero se puso de pie siempre, sólo la muerte, ejecutada con tanta maldad pudo frenarla”.“Ahora estamos comprometidas en ayudar a su familia, Noemí tiene 12 años y es su hermana más chica, no queremos que el dolor le provoque más daño, es imprescindible ayudarla”, sumó a la descripción Marcela Rivero, maestra de séptimo grado.Las docentes remarcaron que Horacelia, entre otras actividades, fue alumna del Centro de Educación Musical (Cemu) que funcionó en la Escuela 645. Los primeros sonidos los ejecutó con el cello, pero el corno se convirtió en su instrumento predilecto y en pocos meses sorprendió por sus avances, principalmente en la lectura de notas. “La Escuela (645 de jornada extendida) la contenía, arrancaba a las 8 y se iba a su casa a las 5 de la tarde”. Vecinos no aportaron En lo que fue el comienzo de las declaraciones testimoniales en la causa, se supo que los vecinos que desfilaron ante el juez de Instrucción 6, Ricardo Walter Balor, no aportaron prácticamente nada con respecto a datos que puedan ser de interés en el hecho. Las fuentes indicaron que varios de los testigos habrían coincidido en que existían discusiones entre el acusado y la joven Horacelia, que en algunos casos las agresiones verbales eran mutuas, aunque se reconciliaban con el correr de las horas. Por el momento el único detenido por el brutal homicidio permanece tras las rejas y aún no se fijó fecha para que amplíe su indagatoria. Se trata de un hombre de 32 años, quien horas después de ser aprehendido, el miércoles 26 de agosto, habría confesado con detalles, tanto el crimen de la adolescente como el posterior y macabro desmembramiento de la misma. Además, el individuo señaló a los investigadores policiales y judiciales cada uno de los lugares donde arrojó las bolsas conteniendo los restos. Mientras tanto el citado magistrado continuará recepcionando testimonios de vecinos de la malograda pareja, que residía en un departamento de la planta baja de uno de los edificios de la chacra 150, en la capital provincial. Trascendió que está previsto que en breve preste declaración la madre de la asesinada, Natalia Benítez, quien actualmente se encuentra a cargo del bebé de siete meses que era producto de la relación entre su hija y quien está señalado como el victimario. Gran parte de las pericias solicitadas por el juez instructor ya fueron agregadas al expediente por este hecho, como ser el resultado del estudio forense en los restos de la adolescente, donde se estableció que murió de un certero puntazo en el corazón. Posteriormente fue desmembrada con la misma arma. Actualmente la causa está calificada como “homicidio agravado por la convivencia”.
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