El Pueblo elegido ha vuelto del destierro y celebra con gran alegría la liturgia de la luz y de la fe (Jer.31,39), Dios tuvo presente la fe de ese pequeño resto de Israel que le era fiel. Todos son guiados por el Señor en su regreso. La escritura nos cuenta que todos volvieron: los rengos, lisiados y hasta los ciegos (Jer 31,8), porque cuando es Dios el que guía, la luz inunda el corazón de todos. Es una bella figura de la conversión interior. Ellos tuvieron fe, la reafirmaron y el Señor no se olvidó de ellos. Quien se convierte a Dios y espera en El, recibe de El, el cuidado y todo su amor y puede volver a El. La ceguera anterior y el extravío del pecado quedan iluminados por la fe y presencia de Dios. Es la conversión interior a la cual todos estamos llamados, especialmente en este año de la fe.El retorno del pecador a Dios siempre es gozoso, como el de Israel, los guiaré por el camino recto y no tropezarán y seré como un padre para ellos (Ib. 9). A veces es difícil levantarse y puede ser muy penoso, pero Dios sale al encuentro como un padre amoroso del que lo invoca. La gracia de Dios, que es su fuerza, nos ayuda a levantarnos y a no seguir tropezando por el camino de la vida.El evangelio de hoy Mc 10,45-52, retoma el tema de la ceguera en la que el hombre de hoy está sumido. Así Bartimeo le grita al Señor que tenga compasión de él, pero veamos bien que la ceguera de Bartimeo es simplemente exterior, porque él en su interior ve la presencia del Señor y sabe que El puede curarlo, reconoce en Jesús al Mesias al Hijo de David. …”Que quieres que haga por ti? Haz Señor que vea…y al instante recobró la vista…y lo siguió, verlo y seguirlo es una misma cosa.Nos debemos preguntar: ¿nosotros vemos? Y si no vemos, ¿recurrimos a quien nos puede hacer ver y dar la luz que necesitamos para transitar por la vida? La propuesta para el cristiano es tratar de ver con los ojos de la fe, seguir a Cristo y poder caminar construyendo nuestra propia vida y la de los demás, construyendo un mundo de valores evangélicos, un mundo que crezca en la verdad, la libertad y la responsabilidad de los hijos de Dios.Sigamos a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, mediador entre Dios y los hombres. Es en él, teniendo fe en él que recobraremos la vida en la dignidad que Cristo nos ha devuelto con su muerte y resurrección. Las cosas del mundo pasan. Sólo Dios y el amor con que hemos vivido permanecen en nosotros y permanecerán para siempre.Que María, mujer de fe, nos alcance esta gracia.
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