Convencidos en que sería la mejor decisión con el objetivo de preservar la integridad física de docentes y alumnos y que, no duraría más que un par de días, los directivos de la Escuela Provincial 15 hicieron una circular para informar que las clases se suspenderían hasta tanto se realizaran los arreglos necesarios para volver a dictar clases en un ambiente libre de peligros. Eso fue el 14 de octubre. Casi un mes después, la problemática persiste y nadie competente se presenta a brindar una solución para que, a pocas semanas de terminar las clases, los chicos puedan volver a las aulas. Sucede que el edificio es un peligro para alumnos y docentes: peritos determinaron que la instalación eléctrica era una bomba de tiempo y los hechos le dieron la razón. "Primero sufrimos un incendio en un toma corriente en segundo grado, después en otro salón se desprendió un plafón y lo mismo sucedió en un tercer salón", aseguraron los docentes en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Lo más llamativo es que no es la primera vez: los problemas comenzaron hace tres años con los trabajos de ampliación del edificio. El miércoles 14 de octubre un fluorescente cayó en medio de un aula mientras los niños tomaban su leche. Un tomacorriente explotó y, advertida por el olor a quemado, la maestra atinó a cortar la luz del sector. Luego se cayó el fluorescente y para contener la caída y evitar que golpeara a un alumno, la maestra puso sus manos, que resultaron con heridas cortantes. Desde ese día, las clases están suspendidas.Nadie aparece"Estamos a la vuelta de las Reducciones Jesuíticas, el mayor atractivo turístico de la ciudad, y nadie, ningún funcionario, ni el intendente, ningún concejal viene a ver qué pasa ni porqué los chicos no concurren a clases. ¿Qué problemas tienen con nuestra escuela?", se preguntó de manera retórica una de las maestras en la mañana de ayer. A tal punto llega el abandono que sufre la comunidad escolar de la 15 que, durante el día de ayer, los docentes participaron del Proyecto Educativo Institucional (PEI) al que deben concurrir para planificar y analizar las actividades escolares; éste se realizó como estaba pautado pero al edificio no entró nadie: los docentes se sentaron en la vereda. "Nadie aparece. Los maestros hemos decidido contratar abogados particulares que nos respalden para presentar un recurso de amparo porque la situación, al no tener respuestas, se torna muy seria. No pueden dejar a aproximadamente 600 alumnos sin clases. Estamos incapacitados de entrar al establecimiento", afirmaron los docentes. La semana pasada se presentaron algunos técnicos de la municipalidad que realizaron arreglos que, los maestros, calificaron como "parches". Después de eso, el jueves 29 de octubre llegó hasta la institución el ingeniero Esteche, de Infraestructura Escolar del Consejo General de Educación (CGE) a corroborar los arreglos y asegurar las condiciones para el dictado de clases. "Hizo un recorrido que duró menos de dos horas y nos dijo que estaba todo bien. Pero no fue una inspección minuciosa", aseguraron los docentes. Al otro día, como para confirmar que todo estaba en condiciones, fueron a prender las luces y los ventiladores. El resultado: explotó uno de los tableros principales. "Estábamos por retomar las clases e íbamos a empezar a trabajar en cuatro turnos. Ya nos habíamos organizado, pero explotó el tablero de la zona más segura", señalaron.Entonces, la decisión de suspender las clases están más firmes que nunca. "Pedimos que Infraestructura Escolar venga a hacer una revisión responsable, que el supervisor se haga cargo y que nos den seguridad por escrito. Nadie se da cuenta de que los chicos están sin clases hace casi un mes. Son ellos los más perjudicados, pero no podemos arriesgarnos a dar clases y que alguien salga lastimado. Tienen que darnos una solución. Nos sentimos ignorados", finalizaron.
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