Estaba maravillada, porque muy pocas veces había visto tantos colores brillantes en el aura de las personas.Con el recuerdo de esta profunda vivencia me gustaría hacer una breve descripción de lo que es el aura y lo que representa.Primero tenemos que concebir que todo el universo es vibración en distintos grados, una vez comprendido este concepto podemos aceptar todo lo que encierra la palabra aura en sus más variados y amplios aspectos.En segundo lugar analizamos lo que definen las ciencias modernas en torno a la energía, átomos, electrones, partículas, etc. esa energía que desprende todo cuerpo material es a lo que llamamos “aura”. Pero no es visible a simple vista.El aura de las personas, incluso de las plantas, cambia muy rápido. En el caso de las piedras, cristales, incluso el agua es más fija, no se mueve ni cambia, pero en las personas es muy variable.El aura de las personas está compuesta esencialmente de radiación electromagnética, como microondas, energías infrarrojas, etc. Casi siempre los primeros colores que son visibles más nítidamente en el aura del cuerpo son los naranjas, los rojizos y los violetas; en la cabeza son los colores dorados.A nivel de vibración, de energía, las microondas de baja frecuencia e infrarrojas están relacionadas con la estructura del ADN, el metabolismo, la circulación. Esta energía se muestra en el aura con una banda de color naranja. Como les decía, éstas serían las vibraciones de baja frecuencia.Las de alta frecuencia, como el pensamiento y las emociones se manifiestan en un color lila claro transparente y las más altas, las del espíritu, hacen un halo de color dorado rodeando la zona de la cabeza y el cuello (por eso a los santos y místicos se les dibuja con ese aura en la cabeza).El aura es la firma que tiene el espíritu en el cuerpo. Y aquí está la cuestión de los cambios de colores, que no son más que el cambio de vibración, provocado por el pensamiento y alineado con el espíritu.El grupo que habíamos ido al lago de Galilea habíamos meditado, rezado. Habíamos sentido la presencia de Jesús a nuestro lado, de forma semejante a como lo habían vivido miles de años atrás los apóstoles y sus discípulos. Con ello cambiamos la frecuencia de nuestra vibración, brillábamos.Los colores que todos teníamos en el aura el día anterior a ir al lago de Galilea, eran grises, deslucidos. Si bien estábamos vestidos con ropas de colores y hablábamos de la mística del lugar, citábamos frases…, sin embargo el color del aura de la mayoría del grupo seguía siendo gris. El pensamiento, la intención, la acción, junto con la voluntad mueven las frecuencias energéticas y modifican los colores, los patrones de vibración que nos rodean y llamamos aura. El haber estado en calma y poner nuestra voluntad a trabajar en pos de las buenas actitudes, con una revisión de emociones, sacando a flote los celos, envidias, miedos, etc., el tomar conciencia de los propios pensamientos y decidir recogernos en el interior, siendo conscientes de que el espíritu recorre y da vida al cuerpo, a los pensamientos, dejar que nuestra alma bailara con el universo, con Dios, fue como afinamos los pensamientos, dimos luz a lo oscuro del inconsciente y cambiamos la vibración de todo el ser. Logramos transformar el color del aura, cambiamos la actitud, mejoramos la salud física y mental. Estábamos todos más livianos, alegres, felices, brillábamos. No es necesario que viajes a Jerusalén para mejorar el color de tu aura. Limpia y ordena el patrón de vibración con la meditación, la oración, discerniendo lo que piensas. Recuerda el aura es la firma del espíritu.EjerciciosPuedes hacer todos los días tres o cinco minutos de oración, meditación o un ejercicio práctico de concentración que ayuda con la vibración del aura.Estimulamos la comunicación entre ambos hemisferios del cerebro, derecho e izquierdo.Estira tu mano derecha hacia adelante de manera que tu dedo índice esté frente a tu nariz.Enfoca tu atención en la punta del dedo.Imagina una cruz blanca en la punta del dedo.Cuando logres ver la cruz es que tu hemisferio izquierdo está comunicándose al derecho. Es una forma práctica de organizar la energía cerebral, de elevar y limpiar tu vibración áurica.Dedica de tres a siete minutos, preferiblemente sin parpadear.Mientras mantienes la cruz con tu imaginación, trata de ser consciente de tu realidad, que eres espíritu en un cuerpo, y te conectas con el universo, con Dios.Colabora: María Benetti MeiriñoAutora de libros y guía para meditación. maria.benetti.meirino@gmail.comwww.mariabenettimeirino.com
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