Casi todos ustedes, al igual que yo, estamos muy ansiosos y también angustiados por el conjunto de medidas que el nuevo Presidente de la Nación deberá tomar a partir del 11 de diciembre, sea quien sea electo.Esa preocupación que siento, no tanto por mí que soy un hombre hecho en la vida, sino por mis hijos, mis nietos y mis empleados; me lleva a escuchar a los dos candidatos a la presidencia, al igual que a distintos economistas de uno y otro lado, de distintas edades y con mayor o menor trayectoria. Comparto muchos de sus diagnósticos y también algunas recetas para enfrentar la recesión y la inflación en la que vivimos, entre otros problemas importantes que tiene nuestro país.Sin embargo, y apelando a mi edad y tras haber sobrepasado muchas más crisis que las que me hubiera gustado enfrentar, tengo la convicción de que los problemas por los que atraviesa el país tienen un origen más profundo y que no son de índole económica ni financiera, sino de otro tipo.Me refiero a la crisis por la pérdida de valores, provocada por casi veinte años de convivir y aceptar equivocadamente que la CORRUPCIÓN se instale en todos los niveles e instituciones nacionales y se transforme en parte de nuestra realidad cotidiana. Así, está presente en las cámaras empresariales, en las empresas, el gobierno, la Justicia, los sindicatos, las escuelas y facultades, las asociaciones profesionales, etc. Casi nadie queda afuera de este flagelo, permitido y tolerado en momentos de bonanza económica con la típica frase "roban pero hacen". Luego, cuando lógicamente llega a un nivel demasiado alto, seguramente coincide con un desmejoramiento de la economía que en realidad produce. Entonces muchos, cada día más ciudadanos, pensamos que eso no se debe tolerar y se debe combatir.La CORRUPCIÓN es el peor de los tipos de "cáncer" que aquejan a una sociedad, porque carcome el tejido social por la injusticia que genera, el atropello a la ley, el desapego al orden, la mentira, la traición al mandato popular, el mal ejemplo para nuestros hijos, la desmotivación para los trabajadores y un sinnúmero de efectos negativos. La CORRUPCIÓN MATA y eso, que es una verdad absoluta, quedó demostrado en el juicio por la tragedia del tren en Once (Buenos Aires), donde perecieron 52 pasajeros entre hierros sin mantenimiento pero por los que se gastaban fortunas en subsidios que iban a parar a cualquier parte menos al servicio. Y también me viene a la mente otra tragedia cerca de Plaza Once: el recital en el boliche Cromañón donde murieron 194 personas.La creencia arraigada de que "nadie va preso" es la bandera de largada para cometer los ilícitos.Quien tenga el mandato de conducir al país a partir del próximo 11 de diciembre deberá cambiar este paradigma y normalizar las cosas en este aspecto. Deberá, por mandato de los ciudadanos, enfrentar la CORRUPCIÓN desde el primer momento, de manera frontal, sin compromisos políticos, de parentesco o de amistad, deberá propiciar una Justicia independiente y dotarla de recursos suficientes tanto económicos como humanos idóneos, con experiencia, sin banderas partidarias, para que puedan atacar sin barreras y sin cuartel este mal que tanto daño hace a la sociedad.Todos los problemas económicos que tenemos se derivan de la CORRUPCIÓN, no tengan dudas. Vean sino. Aunque la recaudación es récord en virtud de una presión fiscal sin precedentes en la historia del país, el dinero no alcanza. Por la alta presión fiscal los precios deben aumentar y aún así muchos comercios se cierran por falta de ventas. Por otro lado se imprime dinero presionando aún más el alza de la inflación que es el peor impuesto que pesa sobre el que menos tiene. Como el dinero no alcanza igualmente comienzan a escasear insumos en los hospitales, las escuelas, la policía, los cuarteles de bomberos y en todo orden. Y la lista sigue hasta que nuevos puestos de trabajo se pierden y la angustia se apodera de la gente, la que se agolpa en los bancos y casas de cambio para comprar moneda que considera fuerte. En cualquier país, no sólo del primer mundo, la CORRUPCIÓN, es atacada y castigada severamente. Tenemos el ejemplo de nuestro vecino Brasil.Han detectado casos serios de corrupción por los que ya están presos con penas de más de quince años de cárcel importantes funcionarios del gobierno que está en el poder y también grandes empresarios y no se conoce que el poder político esté tratando de apartar jueces o fiscales del caso. Y como corolario gran parte de la sociedad está tan indignada que pide la remoción de la presidenta reelecta hace apenas un año. Como sociedad no debemos nunca más permitir que esta anormalidad se disfrace y conviva entre nosotros como una realidad más. Los CORRUPTOS, sean funcionarios, policías, maestros, médicos, empresarios, sindicalistas, deben ser perseguidos y castigados con todo el peso de la ley y además este tipo de delitos no debe prescribir nunca, de manera que los funcionarios de hoy no quieran lograr impunidad en diputaciones o senadurías.Cómo decirles a nuestros jóvenes que con estudio y esfuerzo se puede estar mejor si el ejemplo que ven son los vecinos u otros conocidos que habiendo ingresado a la función pública han mejorado meteóricamente su estilo de vida. Debemos decir basta a los que prometen en campaña servir al pueblo y cuando son electos traicionan a la gente y solo se sirven del cargo, haciendo negocios con amigos y parientes que son pseudos empresarios que nada saben de competencia, eficiencia, calidad sino solo de cuanto deben dejar y cuanto les queda. Por nosotros, por nuestros hijos, nuestros nietos y por todos los hombres y mujeres de bien que día a día trabajan por este hermoso país por el que siempre aposté, invertí y trabajé y así seguiré hasta que Dios lo disponga.Por Francisco José WipplingerPresidente de PRIMERA EDICIÓN S.A.
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