La parcialidad manifiesta de esta decisión legislativa, que reconoce más de un antecedente en los últimos años, no impide reconocer que en el contexto actual, considerando los costos diferenciales y las modalidades del transporte, entre otros factores, las asimetrías regionales provocan distorsiones que merecen ser consideradas a la hora de legislar sobre política impositiva o definir el marco regulatorio de las actividades productivas.La atención aislada a una zona o problemática en especial, como ya ocurrió recientemente con la recuperación de los reintegros a las exportaciones en provincias patagónicas, denota un exceso de improvisación y no ayuda a resolver los problemas de fondo; que deberían abordarse con equidad y visión estratégica. En este caso, la ley que estableció una baja en los precios de las naftas de hasta 20% y de 10% en el precio del gasoil, favoreciendo a las provincias citadas, y a Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego que desde hace años contaban con este incentivo, intenta compensar condiciones desfavorables para la actividad en esos distritos en comparación a las provincias centrales; pero resulta notoriamente perjudicial para la actividad en el NOA y NEA. El marco jurídico que resulta de estas iniciativas en lugar de aportar a clarificar la realidad del sector en general, estableciendo reglas claras que permitan homogeneizar el desempeño económico, y la función del servicio en las distintas regiones con un sentido federal, incentiva los desequilibrios. El esquema tributario, además, tiende así a convertirse en una maraña legal sin claros objetivos, cuando debería ser el instrumento de la integración y el desarrollo del país.
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