"Descuelguen los trajes. A caminar la provincia y los barrios", ordenó Mauricio Macri a sus más estrechos colaboradores, en el marco de un clima optimista, pero con el objetivo de no perder de vista que todavía Cambiemos no ganó el ballotage presidencial del próximo 22 de noviembre."Yo los conozco a todos, sus cualidades y defectos, así que nadie mejor que yo para decirles qué lugar van a ocupar cuando gobernemos la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad", les bajó línea Macri, desactivando las especulaciones acerca del destino que tendrán muchos dirigentes del PRO que hoy ocupan lugares en el gobierno porteño, en la Legislatura o en el Congreso Nacional.Esas directivas del candidato presidencial de Cambiemos, se tradujeron inmediatamente en una frase que es esbozada una y otra vez desde el macrismo: "Después del 22 hablamos". Ocurre que las decisiones de nombramientos está supeditadas a que Macri sea Presidente porque, de esa manera, deberá ocupar tres estructuras: Ciudad, provincia de Buenos Aires y la Nación.A raíz de esta situación surge el entusiasmo que no pueden ocultar en el radicalismo, empezando por su jefe, Ernesto Sanz, hacedor del acuerdo con el PRO que podría posibilitar el regreso de la UCR al poder, de la mano de Macri. Muchos radicales ya se prueban a autopostulan para algunos de los tantos cargos que Cambiemos deberá cubrir si gana la segunda vuelta."El kirchnerismo no se esperaba la elección del 25 de octubre, a tal punto que aprobaron por ley que la Auditoría General de la Nación deje de controlar Aerolíneas Argentinas y le hacen un favor a Mauricio si llega a la Rosada", indicó un dirigente macrista que repitió una y otra vez: "Es increíble las macanas que hicieron los pibes de La Cámpora, creyendo que ganaban".En el oficialismo, todo es incertidumbre. En un primer momento, desde la Casa Rosada habían informado que la Presidenta no viajaba a Turquía para la reunión del G-20 para seguir de cerca la campaña. Sin embargo, a mitad de semana Cristina Fernández no habló, participó en alguna actividad proselitista ni ofreció ningún anuncio que favoreciera las expectativas de su candidato, Daniel Scioli y por el contrario trascendió lo que sería el verdadero motivo de la postergación de su periplo internacional: la operación de su hijo Máximo Kirchner.Scioli apuesta por estas horas, todos sus cartuchos al debate el próximo domingo. El gobernador bonaerense confía en que pondrá en evidencia lo que lo diferencia de Macri pero también podría guardarse alguna sorpresa para mostrar en el mano a mano con el candidato de Cambiemos.El postulante oficialista está obligado por las encuestas que, aunque desprestigiadas, tendrían algo de razón. El sciolismo admite que Scioli está abajo de Macri unos “cinco puntos”, pero aclaran que “está subiendo para llegar palo y palo al debate con Macri”.La duda transita por decodificar si en verdad existe un clima en la opinión pública “pro Macri” o es sólo “una sensación”. Un hombre de Cambiemos asintió que el actual es similar al clima positivo con que la sociedad recibió a la Alianza UCR-Frepaso de Fernando de la Rúa, pero en especial de Carlos “Chacho” Alvarez, cuando clamaba terminar con el menemismo.No obstante, ese miembro de la mesa chica macrista, subrayó: “La diferencia es que nosotros llegamos con un triunfo en la provincia de Buenos Aires y eso transforma el envión en imparable”.
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