Poder Ciudadano, la Fundación que es el capítulo argentino de Transparencia Internacional, tiene 25 años de experiencia en el país promoviendo mecanismos de transparencia, fortalecimiento de las instituciones y calidad democrática. Este año presentaron el informe anual 2014 sobre Corrupción y Transparencia en la Argentina con nueve capítulos en los que desguazan temas casi tabú, -analizados desde profundas investigaciones previas- como el crimen organizado y la financiación de la política; los delitos contra la administración; la difícil tarea de acceder a la información pública; el enriquecimiento de los funcionarios y el retroceso de volver a las simples declaraciones juradas de sus bienes; el desmantelamiento y debilitamiento de los organismos de control y el fracaso de la Justicia. Hugo Wortman Jofré es presidente de la Fundación y accedió a una entrevista exclusiva con PRIMERA EDICIÓN para hablar sobre la necesidad de un nuevo pacto social entre el periodismo y la sociedad civil para combatir la corrupción. Poder Ciudadano se propuso el desafío de hablar de corrupción y transparencia, las dos puntas de un mismo escenario. ¿Por qué en este momento y qué rol tiene la prensa?Creo que el trabajo que hoy se abre por delante tiene que presentar unidos a la sociedad civil y al periodismo, porque está visto que las herramientas tradicionales que se usan desde los organismos de investigación del Estado no están funcionando. Estamos usando un Código Penal de 1921. Tenemos que trabajar unidos periodistas y sociedad civil para lograr que la gente que tiene información, la gente que esté en condiciones de denunciar hechos de corrupción, se anime a hacerlo, y a la vez acompañarlos en un camino que está lleno de escollos. En la práctica, ¿la exposición de casos de corrupción funciona mejor esta alianza entre periodistas y sociedad civil que la vía tradicional con la Justicia? Lo que quedó demostrado es que la alianza sociedad civil y periodismo ha sido muy eficiente en la investigación de casos y en la divulgación. El problema es que cuando llega al embudo que es la Justicia, las herramientas no funcionan. Tampoco es que sea culpa exclusiva de la Justicia, de los jueces o los fiscales, lo que pasa es que si a un carpintero uno le da una masa para trabajar la madera, el mueble que hará será muy pobre. Las herramientas que tiene hoy la Justicia son del siglo pasado. Tenemos que modernizarlas y abrir al debate la figura del informante anónimo, o qué hacemos con los cooperadores que fueron parte del sistema de corrupción y quieren cambiar de bando, qué estamos dispuestos a darles: si protección, dinero, reducción de penas o nada, esos son los debates que hoy debemos plantearnos en la Argentina.¿Por qué todavía no relacionamos la corrupción con el nivel de vida ostentoso que han pasado a tener algunos funcionarios enriquecidos durante la función pública? ¿Estamos naturalizando la corrupción? No creo que seamos una sociedad cómplice sino una sociedad que no está incentivada para hacer denuncias. Yo creo que la corrupción es visible pero lo que recibimos son estímulos para quedarnos callados. La gente siempre ve que el que habla termina perdiendo y me parece que eso influye. Yo no me siento un ciudadano cómplice, yo creo que los organismos del Estado desde donde deben trazarse las políticas públicas deben poner en primer lugar de la agenda a la lucha contra la corrupción. Debería ser prioridad. De hecho, se escucha poco a los candidatos hablar de este tema…Eso es correcto, pero también tenemos que hacer nuestro análisis de responsabilidad en el sentido de que tampoco exigimos que se hable, no exigimos que sea parte del debate público. Posiblemente en el debate presidencial que está próximo (que se realizará hoy) va a haber una oportunidad para instalar esta cuestión y escucharlos sobre el tema. ¿Qué pasa en las provincias en las que se dice que están instalados pequeños feudos? ¿Qué nivel de corrupción han detectado? Hemos hecho algunos trabajos en relación a la Justicia y la dependencia política e ideológica de los Superiores Tribunales de Justicia provinciales y el poder político o los gobernadores, además de la precariedad en las designaciones. Hicimos una radiografía de la cantidad de vacantes que había en los Superiores Tribunales para debilitar a estos órganos del Poder Judicial. También hicimos una investigación respecto de jueces y fiscales designados en sus cargos y al mismo tiempo se les hacía firmar la renuncia para tenerlos totalmente cooptados. Desanima que esas denuncias, cuando llegan a la Justicia, terminan en nada, entonces lo que hay que hacer es darles seguimiento para que la sociedad perciba que cuando tiene la posibilidad de hacer una denuncia, llegue a buen puerto. En Misiones decimos “así nomás es” como resignándonos a los pequeños actos de corrupción cotidiana… Lamentablemente hay una gran masa crítica de gente que actúa de acuerdo al contexto. Si el contexto es de hipercorrupción va a haber muchos corruptos menores. Si se vive en un contexto de gente respetuosa de la ley, vas a parar en los semáforos y vas a tirar la basura en los tachos. Depende siempre del nivel de corrupción de arriba.
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