Hoy conmemoramos la fiesta de San Roque González de Santa Cruz, cuyo legado marcó nuestra vida de fe cristiana. Tanto el país vecino del Paraguay, como nuestra provincia hemos sido bendecidos por la obra de San Roque González, que nos ha dejado un gran ejemplo de entrega generosa, trabajo incansable y amor incondicional hacia sus hermanos, más allá de la raza, color o cultura. Es oportuno que reflexionemos sobre la vida y estilo de liderazgo de San Roque González, en el marco de los acontecimientos que estamos viviendo como país, frente al acto central de nuestra vida democrática el próximo 22 de noviembre. Además ante tantas situaciones de violencia que vivimos a nivel mundial, el ejemplo de martirio de San Roque González nos invita a elegir los caminos de paz y de servicio al hermano, lejos de atentar contra la vida humana aun en las situaciones más adversas que debió enfrentar en su incansable misión. En primer lugar San Roque González fue un hombre apasionado por la misión de Cristo. Capaz de entregar su vida por el hermano, por amor a Cristo y su Evangelio. Creo que la base de una verdadera entrega generosa es la fe en Cristo y la capacidad de entregar hasta la propia vida, sin esperar grandes recompensas en esta tierra. Aunque no nos resulta fácil encontrar personas de esta radicalidad entre nosotros, creo que necesitamos un liderazgo de solidaridad y preocupación por el hermano necesitado.San Roque González fue un gran formador de comunidades, en torno a los valores del Evangelio. En su corta vida misionera fundó docenas de reducciones basadas en una vida de comunidad, tanto en el Paraguaya como en nuestra tierra colorada. Tenía una gran estima por el orden y la sana convivencia, desde el valor del respecto y el cuidado mutuo, donde todos tenían un lugarcito en la comunidad. Su ejemplo es una invitación para nuestra vida moderna que deja a tantos fuera del sistema social y económico. Tenemos la gran necesidad de un orden social basado en el respeto por el otro. Necesitamos de un liderazgo respetado y que respete a la comunidad. Fue además un gran educador. Enseñó a ser discípulo con su ejemplo de vida. No tenía miedo de salir al encuentro de los pueblos originarios que vivían lejos de las comodidades de la ciudad. Fue capaz de arriesgar su vida por la gran fe que tenía en Cristo, como el mismo decía en su célebre frase: “Aunque me mate, no muero, ya que mi alma va al cielo y yo me apartaré de ustedes pero volveré, más no tardará el castigo”. Nos anima a que con la fe y confianza en Dios, no hay adversidades que no podamos superar, aunque fuera la propia muerte. Ante una sociedad que huye del dolor y el sufrimiento San Roque González nos enseña a abrazar la cruz, a ejemplo del Maestro. Pidamos entonces a San Roque González de Santa Cruz que interceda por cada uno de nosotros para que podamos mantener vivo ese espíritu de fe, entrega generosa y dedicación a la misión de evangelizar a las familias, niños y jóvenes que Dios nos ha confiado. Que su liderazgo lleno de amor, entrega, fidelidad al llamado, confianza en la divina providencia, capacidad de lucha y esfuerzo, coraje para enfrentar las adversidades y la pasión por el Evangelio y la santidad nos anime a seguir sus huellas.Pidamos a nuestro buen Dios que bendiga a nuestra patria con dirigentes llenos de vocación y un pueblo que se anime a formar comunidades, en las que haya un lugar para todos. San Roque González de Santa Cruz, con su ejemplo, nos ha enseñado que esto es posible, solo falta que nos comprometamos con una entrega generosa y un trabajo incondicional para que todos encuentren un lugar en nuestra sociedad.
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