No debe haber sensación más desoladora que la de despertarse en una habitación silenciosa donde retumban los sonidos de los monitoreos, llena de camas con gente desconocida y lejos de las personas que se quieren. Eso sucede en las terapias intensivas de la mayoría de los nosocomios del país y es la realidad que la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva intenta cambiar. Por eso proponen las “terapias intensivas a puertas abiertas” o la “humanización del cuidado”, una iniciativa que se busca implementar desde hace más de diez años, pero todavía encuentra una fuerte resistencia.La misma propone algo tan simple como poderoso: que los familiares de las personas en terapia intensiva participen activamente durante la internación de su ser querido y que puedan estar presentes el tiempo que lo consideren necesario. “La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva lo viene proponiendo hace varios años, se hacen cursos en muchas provincias y también en Misiones. En la terapia a puertas abiertas la familia podría permanecer las 24 horas con el paciente. Quizá no toda la familia, pero un cuidador principal, una persona afectiva que participe de los cuidados dentro de la unidad”, explicó a PRIMERA EDICIÓN, Sergio Sandes, licenciado en Enfermería, presidente del Colegio de Enfermeros de la provincia e integrante de dicha sociedad.En caso de que no pudiera darse que las familias estén durante 24 horas con sus familiares internados, “que por lo menos puedan hacer horarios extendidos de visita. No solamente una hora a la mañana o a la tarde, sino toda la mañana o toda la tarde. Además buscamos que sea partícipe, no sólo estar adentro sino también que la familia pueda involucrarse en el cuidado, porque la persona que se despierta en una terapia intensiva después de haber estado días inconscientes o en coma se despierta mal, porque estuvo con sondas sin saber qué le pasó, con dolor, confundido y aturdido y le resulta mucho más fácil despertarse y encontrar a alguien conocido al lado. Estar con una persona de su familia, tomado de la mano. Abre los ojos en un ambiente que percibe como hostil, con desconocidos, gente que no conoce de su historia, que no sabe cómo llamarlo”, indicó Sandes.Justamente sobre esta temática Sandes fue invitado a disertar en el XIV Congreso Uruguayo de Medicina Intensiva y en ese marco del X Congreso Uruguayo de Enfermería Intensiva que se desarrolló la primera semana de noviembre en el país oriental. “El congreso se movía sobre varios ejes principales: uno de ellos, la incorporación de la familia a la terapia intensiva, que es algo que todavía está en proceso. Hay instituciones en el país que están muy avanzadas desde hace varios años y trabajan con terapias intensivas de puertas abiertas. En el caso de Misiones, se está empezando”, destacó Sandes. Uno de los ejemplos es la terapia intensiva neonatal del Hospital Materno. Allí no hay más horarios de visitas y los padres pueden ir a ver a sus bebés allí internados en cualquier momento. “Allí los padres están permanentemente, ya empezó el cambio con las terapias neonatales y pediátricas. En las terapias de adultos, el Sanatorio Boratti lo está poniendo como normativa de que se dé esa presencia familiar todo el tiempo, pero otras instituciones no”, señaló el profesional. Mucha resistenciaHay una idea socialmente aceptada de que a la terapia intensiva no puede entrar nadie. “Todavía está muy presente esa cultura de que es un lugar cerrado, que la familia está afuera, que no debe participar de lo que pasa, que se le debe dar un informe una o dos veces por día y nada más. Nosotros proponemos incorporarla la mayor cantidad de tiempo posible”, explicó Sandes.Sin dudas, la experiencia “encuentra mucha resistencia entre los colegas, sobre todo la gente que trabaja hace mucho tiempo y tiene el paradigma de la terapia a puertas cerradas en la que el paciente entra y se trabaja solamente con él”, indicó Sandes.Sin embargo, “cada vez aparecen nuevas camadas de profesionales jóvenes, médicos, kinesiólogos, enfermeros y hay una mayor apertura. La gente que durante veinte años trabajó de una manera es más difícil que cambie, aún mostrándoles resultados positivos, porque es lo que vivió siempre y si durante treinta años lo hizo de una manera, le cuesta entender que se puede hacer de otra”, afirmó. Otras cuestiones Además de que los enfermeros y médicos deben entender que es una posibilidad necesaria y beneficiosa, también las instituciones tienen que adaptarse. “Tiene que haber un espacio cómodo, no se puede tener a un familiar parado las 24 horas al lado de la cama. Debe haber cierta disponibilidad edilicia. Por otro lado la formación del personal médico, para que ellos puedan trabajar e interactuar con la familia y comunicarse”. Sucede que al personal de terapia le cuesta comunicarse porque nunca está presente la familia, siempre está solo, entonces “ve a la familia como algo nuevo y todo lo nuevo genera resistencia. Una adaptación al cambio que es lo que hace falta”, señaló.Hay instituciones que lo adoptaron y “les está yendo muy bien, como el Hospital de Necochea, el Italiano y varias instituciones. En las demás estamos tratando de incentivar esto y por lo menos romper ese bloque de los horarios de visitas. Queremos extenderlas y ver también qué puede brindar cada familia. Porque cada una tiene algo distinto para ofrecer: algunos podrán ayudar haciendo masajes, cuidándole la piel, hablándole, ayudando a reconocer porque a veces después de un ACV o un traumatismo de cráneo pierden toda capacidad cognitiva y hay que reeducar sobre las letras, los colores, el contenido de la palabra escrita y eso lo puede hacer tranquilamente el familiar con imágenes, libros, hablándole lo que va a favorecer una recuperación cognitiva y motora mucho más rápida que si sólo habla con el personal”, declaró el profesional.Para finalizar, destacó que hay que “apostar a esto. Cuando el paciente se despierta de un evento crítico, no tiene porqué despertarse solo. Puede hacerlo de la mano de un ser querido, de alguien significativo para él y que, por más que los profesionales le pongamos energía y buena voluntad, hay que entender que la familia es tan o más importante que nosotros para la recuperación de la persona que está atravesando ese momento”, finalizó.
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