Desde mediados de noviembre las plazoletas de avenida Corrientes exhiben láminas con números que las diferencian. Pero principalmente, las placas dejan ver imágenes de importante magnitud y colores vivos. Con leyendas que documentan porqué llevan determinado nombre, motivo y ordenanza. El trayecto aporta información histórica y permite al ciudadano realizar una interpretación sobre el fundamento y la finalidad que tienen los monumentos dentro del espacio verde. Las placas surgen poco después del informe realizado por PRIMERA EDICIÓN a fines de octubre, cuando este medio llevó adelante una extensa recorrida por las plazas que se encuentran dentro de las cuatro avenidas. En ese itinerario se contabilizaron 57 esculturas, en su mayoría sin placas, dejando en evidencia que de ese modo no permitían obtener información para comprender los orígenes de cada monumento. Y principalmente, porque gran parte de esos monolitos son desconocidos por la mayoría de los misioneros. Actualmente, el peatón cuando camine por las plazas de la Corrientes encontrará láminas de más de un metro de alto que le contarán, al paso, un relato de nuestra historia. Resta aún que similar recorrido se aplique en las demás avenidas que circunvalan el casco céntrico o histórico de Posadas. En la plazoleta de AlmeidaSi nos ubicamos en las avenidas Corrientes y Mitre nos encontramos con la plazoleta 44, en conmemoración a Aparicio Pereyra Almeida, primer gobernador del Territorio Nacional de Misiones, desde 1946 a 1949.La ordenanza 27 le asigna su nombre y la importancia de su memoria. En esa misma lámina se menciona el rol e importancia de los espacios públicos, el cual es “propiciar el encuentro, la recreación, el bienestar social, la identificación del ciudadano y la integración del rol biológico y social”. Esculturas de las cuatro avenidasEn general, la mayoría de las esculturas de las plazas datan de 1930 en adelante, ubicadas preferentemente sobre Mitre y Roque Sáenz Peña. Sin olvidar que en la plazoleta Andresito Guacurarí de la Roque Pérez, permanecen las columnas que pertenecen a la Misión Jesuítica de Santa Ana del año 1615 aproximadamente. Las mismas se repatriaron hace más de 40 años desde Buenos Aires y hasta hoy generan la discusión de si deben ser regresadas a su lugar de origen.Al caminar las avenidas, los monumentos hablan su historia. Algunos tan contemporáneos, evocan grandes fatalidades como la vivida en enero de 2010, en la 80º Edición del Cruce del Paraná.
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