Pero en la casa de sus padres no se quiere quedar, dura apenas unas horas, o un par de días en el mejor de los casos y se va a la calle donde prefiere estar. La gente se aleja, algunos le tienen miedo, pero lejos de ser agresivo es un joven tímido y respetuoso, y cuando no anda viajando con la mente por otros lugares, responde y conversa. PRIMERA EDICIÓN habló con él respecto a su situación y esto explicó: "No sé… estoy acá ahora, pero a veces salgo a pedir, la gente me ayuda, pero hay que explicar sino cómo van a saber lo que uno necesita, es jodida la calle… no sé… no sé… a veces la policía me lleva a mi casa, pero estoy unos días y mis padres me corren… no sé… no sé… capaz yo como mucho y no alcanza para todos…".Rodolfo habla y sonríe, de a ratos se pierde en el pensamiento, pero es gentil y entiende su situación, que parece dolorosa, pero por alguna razón la prefiere.Es parte de una familia de trece hermanos, cursó su primaria entre la Escuela 126 y la Escuela Especial 8, en la que tuvo un buen desempeño siendo un niño muy tranquilo y sin mayores dificultades para el aprendizaje, a pesar de encontrarse en el seno de una familia socialmente vulnerable con grandes carencias y violencia intrafamiliar; por lo que al poco tiempo fue derivado nuevamente a una escuela común. Dolor de madreSu madre, Bernardina, a pesar de sus dificultades en la expresión se muestra dolida y triste por la situación de su hijo y esto explicó a PRIMERA EDICIÓN: "No es que nosotros dejamos abandonado a nuestro hijo o que no nos interesamos por él, lo que pasa es que la policía lo trae, pero él no queda, está un rato y ya se va corriendo, yo estoy muy preocupada, me gustaría que alguien pueda ayudarlo pero no sé a quién pedirle porque todo sale plata y no tenemos, ahora voy a cobrar mi sueldo de madre de siete hijos y con eso voy a pagarle a una abogada para que me ayude", explicó.Bernardina cuenta que a veces le avisan que su hijo está durmiendo en el monte y ella se preocupa mucho, pero que al parecer no hay forma de que alguien pueda hacer algo, tampoco internarle porque ya es mayor de edad y no quiere quedar en ningún lado.No se conocen las razones que llevan a este joven a vivir en las calles, pero una de las sospechas es que la droga haya mellado su mente, por lo menos esa es la teoría de la familia: "Cuando él estaba bien era un muchacho trabajador, pero a los 18 años empezó a consumir todo tipo de drogas acá en el barrio que está lleno de eso, se juntaba con los amigos y consumían marihuana, pastillas, jugaban al juego de la copa, practicaban magia negra y todo eso le hizo muy mal, por eso está así", asegura la mamá.Rafael Sanabria, padre de Rodolfo explica la situación: "Este era mi mejor muchacho, guapo, laburador, yo le decía que no se junte con esos vagos que andaban con el tema de la droga pero no me hizo caso, eso fue lo que le fundió, yo no estoy bien, esto me tiene muy mal y no sé qué hacer con él, no encontramos en las autoridades una solución, nadie sabe decirnos qué hacer o cuál es su problema", afirmó.En octubre del 2014, la maestra especial Valeria Bustamante, quien trabaja para la mesa de enlace del Centro de Rehabilitación Remar, hogar para marginados y adictos de Resistencia, Chaco; intentó ayudar a Rodolfo: "El año pasado lo llevamos y lo internamos, tanto él como la familia estaban de acuerdo, en ese momento él consumía marihuana, pastillas y paco, pero duró dos días y se escapó; y como es un lugar voluntario, nadie lo puede retener por la fuerza", explicó a este diario, la docente.
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