El 23 de noviembre se cumplió un año desde el inicio de la usurpación de un terreno de unas tres hectáreas (2.600 M2), ubicado entre los barrios Municipal y Rural de esta localidad. En un principio, fueron unas 150 familias las que reclamaban un terreno en el predio propiedad del Iprodha, las que se organizaron desde un primer momento.Inmediatamente, una delegación se dirigió a la Municipalidad para reunirse con el intendente Federico Neis, quien luego de explicar que el terreno pertenecía al Instituto Provincial, les sugirió que se organicen en terreno de 10 por 30 que suele ser la medida de los terrenos entregados por el Iprodha, en tanto él, se ocuparía de realizar las gestiones. A más de un año, sin las condiciones mínimas para vivir y desesperanzados en las promesas políticas, muchas familias dejaron el predio y son apenas unas treinta las que levantaron sus viviendas precarias y viven en el lugar. Ahora, con la colaboración de la Cooperativa Aguas Puras, que instaló una canilla popular de la que todos se sirven el líquido vital. Esta ocupación, como tantas otras en Misiones, deja al desnudo una de las principales falencias de nuestra provincia: la habitacional. Y a la vez, pone en evidencia la ineficacia con la que ha manejado el Gobierno la planificación de lo previsible. En este caso, muchas de las familias que ocupan el terreno están compuestas por madres solas con sus hijos, y además, también hay ancianos y personas con capacidades diferentes que recurrieron a esta opción como una instancia superadora a la realidad en la que vivían.Paula Ferreira, es una mamá soltera que vive ahora en el lugar. Antes, vivía con su hermana, pero al fallecer ella, con los hombres de la casa, sus hijas estaban muy expuestas a varios peligros por lo que para protegerlas de algo que se veía venir decidió huir. Por unos días fue albergada en la casa de una amiga, quien solidariamente la recibió con sus siete hijos (seis nenas y un varón), pero al surgir lo de los terrenos, fueron las mismas mujeres del lugar las que le hicieron un espacio para que pueda instalarse con sus hijos. Allí también vive Soledad Silveira (26), junto a sus cuatro hijos, que esta semana sufriera el incendio por parte de su exconcubino. Ella ya había huido de una vida de violencia con la intención de empezar de nuevo junto a sus hijos, pero hasta allá la siguió el hombre para intentar matarla incendiando la vivienda con la mujer y los niños adentro.Por si no fueran muchas ya las injusticias que viven estas familias, con tantos niños creciendo con necesidades básicas insatisfechas, se le suman otras, como la indiferencia del Estado, la inseguridad y la incapacidad de la Justicia para resolver con eficiencia estos hechos que violentan la vida de inocentes. Hace un año unas 150 familias de esta localidad que no tienen vivienda y vivían hacinadas como tantas otras familias numerosas, se anotaron en una lista esperando una respuesta comprometida por parte del Gobierno. “Nosotros sabemos que estamos haciendo mal, no vamos a discutir eso, solamente pedimos que nos den un terreno donde poder construir un hogar para nuestras familias pero no regalado, queremos pagar, que nos den la posibilidad. Nosotros somos todos padres y madres de familias de Puerto Rico que no tenemos vivienda ni terreno, no le pedimos al intendente que nos regale nada, solamente que nos dé la facilidad de poder pagar y tener una vivienda digna para criar a nuestros hijos, somos gente trabajadora, pero la apremiante situación nos presiona a este tipo de cosas”, expresó a PRIMERA EDICIÓN uno de los vecinos. En noviembre se cumplió un año desde los primeros pedidos y hasta ahora no hubo respuesta del Gobierno local ni provincial, solamente promesas que no se cumplieron. En tanto la necesidad se expresa con claridad en todos sus rincones, como caldo de cultivo, como semillas de flagelos en suelo fértil, algunas no tardarán en germinar.
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