La asunción del nuevo presidente, Mauricio Macri, se vio precedida de tensiones que ubicaron en el centro del debate a lo accesorio, la entrega de los atributos formales del mando, en desmedro de lo más trascendente; el rotundo cambio de rumbo que representa su llegada al sillón presidencial, en el marco del cierre del ciclo político kirchnerista de doce años.El primer presidente democrático que no pertenece a ninguna de las dos grandes corrientes del bipartidismo vigente durante décadas en el país -peronismo y radicalismo- asumió en medio de grandes expectativas de un sector mayoritario de la población, que espera un cambio no sólo en la política económica, sino en las formas de gobernar; marcadas en los últimos años por el tono confrontativo y el fuerte liderazgo personal de la expresidenta, Cristina Kirchner.Tras la ceremonia de asunción en el Congreso, donde la vicepresidenta Gabriela Michetti se encargó de la toma del juramento, y antes de trasladarse a la Casa Rosada, Macri optó por un breve discurso en el que reafirmó las líneas centrales de su programa de gobierno. Reiteró su promesa de alcanzar la “pobreza cero”, consigna a la que agregó la lucha contra el narcotráfico, revolución educativa, justicia independiente y combate a la corrupción; principales ejes de la campaña. “Veo al país como un gran equipo conformado por millones de seres esperanzados”, remarcó el nuevo mandatario, que llamó a la unidad y a “superar el tiempo de la confrontación”.Tras haber vencido por escaso margen, en el primer ballotage efectivamente disputado en el trienio democrático; y luego de una toma de posesión en la que se acentuó la intención de dar al ejercicio del poder presidencial una renovada liturgia, ejemplificada por -entre otros gestos simbólicos- los pasos de baile que ensayó el presidente en su primer contacto con el pueblo en el histórico balcón de la Casa Rosada; Macri mostró, contrariamente a las vacilaciones de la campaña, una firme decisión de ejercer a pleno su mandato presidencial. Aparentemente, el paso del marketing político propio de la campaña al ejercicio real de la función gubernativa parece haber favorecido al nuevo mandatario; que tras la etapa de designación de las nuevas autoridades, abrió de inmediato el juego a lo que se observa como un nuevo -y más aperturista- estilo de gobierno. El almuerzo que ofreció Macri en Olivos, ayer al mediodía, reafirmó la búsqueda de consensos que se lanzó a buscar de inmediato el nuevo inquilino de Balcarce 50. “Es un cambio de ciclo, de la cultura política, un gran gesto. Arranca muy bien la Argentina”, sintetizó el gobernador de Mendoza Alfredo Cornejo, al salir de la residencia presidencial. Desafío federalEn la reunión, que aglutinó a la totalidad de mandatarios provinciales en ejercicio sin distinción de banderías políticas, se habló de un tema crucial: la posibilidad de avanzar en el consenso monolítico que requiere la modificación de la Ley de Coparticipación Federal, que establece el reparto de fondos de la Nación hacia las provincias. En conferencia de prensa, Macri afirmó que “queremos un equilibro en la distribución de los ingresos” y subrayó que la coparticipación “fue un tema que salió varias veces, aunque hay muchas cosas para resolver antes de una nueva ley. Pero quedamos comprometidos para trabajar en conjunto”. La Reforma Constitucional de 1994 ya había ordenado modificar -en un plazo de dos años- la Ley de Coparticipación Federal; mandato que cayó en saco roto debido a la inacción de los sucesivos gobiernos, y a la complejidad de cumplir con el requisito de unanimidad que exige la modificación de la norma. La señal de Macri de no esquivarle el bulto a este difícil consenso, que exige una artesanía política delicada con intervención de un Congreso en el que el macrismo no tiene mayoría; avanza claramente en la prometida política de diálogo abierto. En el mismo sentido cabe interpretar las reuniones con los excandidatos a presidente Daniel Scioli, Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá, que se apresuró a convocar -por separado, salvo los dos últimos- el nuevo mandatario. Esquema fiscalEl ministro del Interior, Rogelio Frigerio, por su lado, manifestó al término del almuerzo que existe “la decisión política de impulsar un mayor federalismo, y ordenar el esquema fiscal federal, que lamentablemente se ha venido desordenando mucho en estos últimos 20 años”. “Con diálogo con todos los gobernadores, vamos a darle orden, previsibilidad, y racionalidad al esquema de relaciones fiscales y financieras entre los distintos niveles de gobierno”, prometió. Además del avance decidido en la conformación del nuevo equipo de gobierno, Macri no se privó del uso de los DNU, mediante uno de los cuales reformuló de hecho a la Afsca, al adosarla al Ministerio de Comunicaciones. También decidió no apelar en el juicio por la inconstitucionalidad del Memorándum con Irán, medida que dejaría abierta una posible revisión del Caso Nisman; señales, en estos casos, de presión hacia el gobierno saliente. Del lado de la economía, tras la renuncia de Alejandro Vanoli al BCRA, el gobierno aceleró las gestiones, dentro y fuera del país, para asegurarse un colchón de dólares que, en principio, le permitiría unificar el tipo de cambio, que llevaría al dólar a un valor alrededor de los 15 pesos. El ingreso de divisas, -se habla de un crédito puente internacional de 15.000 millones para empezar- se considera vital para que la movida cambiaria no consuma las reservas del Central. El ministro Prat-Gay, salió a calmar los ánimos en un frente cruzado de presiones -de los grandes tenedores de dólares- e incertidumbres -de los “peso dependientes”- al afirmar que la unificación del tipo de cambio se hará “cuando estemos seguros de que es el momento adecuado, con responsabilidad, sin agitar nada que no debamos agitar”.“Los argentinos pueden preparar sus vacaciones con tranquilidad” aseguró. Ratificó -también en son de paz- que en breve se procederá a eliminar el impuesto a las Ganancias sobre los aguinaldos de los sueldos de hasta 30.000 pesos.Primera reunión de gabinetePara este lunes, en la provincia también se mostraría un cambio de estilo de gobierno. El gobernador Hugo Passalacqua realizaría su primera reunión de gabinete, con muchas caras nuevas producto del “refresh” anunciado en la campaña. Mostraría así el espíritu de trabajo conjunto que pretende para su gestión. Reuniones que Closs (al estilo K) abandonó -como muchas otras acciones- con el correr de los dos mandatos.Passalacqua transitó hace pocos días la puesta en funciones de catorce nuevos ministros en el Gabinete, dando un discurso de claro tono misionerista y rescatando las raíces de la cultura pro
vincial. Cabe recordar que se le entregó un bastón-lanza de mando en medio de una ceremonia de la comunidad Guaraní de Misiones. Es más, tras la asunción se conoció la orden de colgar en los despachos oficiales una pintura de Andrés Guacurarí distribuido por decenas para ratificar lo expuesto respecto a la historia de la tierra colorada.El mandatario se reunió ayer con el flamante presidente Mauricio Macri en clara línea de acción con el entendimiento político y el apoyo mutuo que recomendó la conducción de la renovación apenas terminó el ballotage. El pedido del gobierno renovador estuvo dirigido a la continuidad de la obra pública y planes que estaban en marcha.Ese mismo entendimiento Nación- Provincia se pudo observar el jueves en la sesión de elección de autoridades de la Cámara de Representantes donde se incorporó a Alfredo Schiavoni del PRO a la vicepresidencia segunda de la Cámara de Representantes, dejando totalmente en off side al radicalismo, que votó en soledad. Al punto que el propio diputado radical Mario Pegoraro (que se alió al PRO para la fórmula de “Vamos Juntos”) expresó que su voto a Germán Bordón lo daba “muy a mí pesar”, dejando en evidencia que lo hizo atemorizado tal vez por ser expulsado del partido.
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