La teoría nació más o menos así: Victor Frankl, su creador, estaba preso en un campo de concentración en plena Segunda Guerra Mundial. Él, un médico neurólogo austríaco, comenzó a ver cómo todas aquellas personas que tenían un porqué vivir, soportaban cualquier cómo en medio de la contienda. A diferencia de aquellos que habían perdido toda esperanza. Con esa premisa en mente, a su liberación, redactó lo que hoy es una de las teorías psicológicas más importantes y que busca destronar al psicoanálisis de su hegemonía, especialmente en la Argentina. “La logoterapia es una corriente o escuela psicológica que hace énfasis en el sentido de la vida. Acompaña a aquellas personas que quieren y necesitan encontrar el sentido de su vida o tal vez lo tenían y lo han perdido. Frankl es quien empieza a tratar esta cuestión del sentido de la vida en el período entre guerras y luego él es llevado prisionero por su condición de judío a cuatro campos de concentración nazis donde en realidad valida su teoría en la práctica, a partir de su liberación y más adelante, concretamente a partir de 1960, viaja por primera vez a Estados Unidos y la logoterapia se hace famosa mundialmente”, explicó a PRIMERA EDICIÓN Luis González, logoterapeuta chubutense, de visita en Misiones por el quinto encuentro federal de Logoterapia que se desarrolló en la provincia. Cada vez son más los pacientes que buscan a un logoterapeuta. Es difícil para opciones paralelas de terapia luchar contra el monopolio del psicoanálisis, terapia vigente de manera casi exclusiva en la Argentina. “Dichas terapias tratan con un pasado causal, determinista, con el concepto de trauma, que esto nos va a condicionar por el resto de nuestras vidas. En cambio, la logoterapia y el enfoque existencial en general, es ver el pasado como la historia de la persona y el concepto de que todos somos hijas e hijos de nuestro pasado pero no esclavos. Se parte desde el presente, de lo que nos pasa e ir hacia el futuro. El término de proyecto de vida es muy importante dentro de la logoterapia”, remarcó González. El sentido de la vidaLa frase “sentido de la vida” indicaría a encontrar la “gran respuesta” a todo lo que sucede en la vida, sin embargo, “el sentido es una dirección en la vida, es el propósito y también es el significado de muchos acontecimientos que dan pequeños sentidos circunstanciales todos los días. El sentido suena como la gran vocación en mi vida, ese momento de iluminación, de esclarecimiento, de una revelación y hay gente que lo tiene y le resignifica toda su existencia, pero la gran mayoría de las personas lo tenemos que ir construyendo a partir de reconocer la importancia del propósito de cada una de las decisiones que tomamos, no tanto centrarnos en el porqué si no en el para qué”, señaló a PRIMERA EDICIÓN José Menna, logoterapeuta oriundo de la provincia de Buenos Aires. “Vivimos con un esquema de pensamiento muy focalizado en la causalidad, muy en el porqué. Las preguntas siempre tienen respuestas pensadas en la causalidad, no en el propósito y cuando indagamos y apelamos al propósito, aparece el sentido de nuestra existencia”, agregó. González, por su parte, opinó que “el sentido es como algo muy abarcativo, pareciera ser como una cosa suprema, o puede ser el sentido en lo cotidiano. La logoterapia puede apuntar mucho a cómo la persona puede ir construyendo o descubriendo ese sentido de su vida en pequeños actos cotidianos que haga en su familia, en sus vínculos, en su trabajo, en las actividades recreativas y gratificantes que haga para sí mismo”.A diferencia del psicoanálisis, es una terapia más corta. “La idea es dar herramientas para que la persona pueda manejarse. Entonces lo que querés es que esa persona un día no venga más”, finalizó Laura Pommorsky, logoterapeuta.
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