La Navidad trae ese clima festivo que se ve colgado en las puertas y ventanas de las casas, en las marquesinas de los negocios y en los árboles de la plaza.Cada año ese espíritu navideño impregnará con su presencia nuestros hogares, amigos contagiándonos de buenos deseos para poder regalar, sin importar alguna ofensa porque todo se perdona cuando esa noche es Navidad. En cada vivienda se vive sabor a pan dulce, turrones o una buena sidra que mantendrá bajo siete llaves para poder más tarde brindar. Sopa paraguaya en el horno, niños corriendo para no bañarse, ensalada rusa dejándose enfriar, un lechón que desde temprano está en la parrilla para servir en la mesa, donde la porción más deseable, será siempre para mamá. La otra vez, caminando en pleno centro posadeño, me quedé contemplando las hermosas luces de un arbol navideño. Ese símbolo de estas fiestas se iluminaba con una gama increíble de colores y movimientos armoniosos, de pronto las luces se apagaron y todo lo del interior del contorno de ese árbol quedó a oscuras, perdiendo por un momento su encanto y su gracia.En un instante comprendí todo lo hermoso y bello de las fiestas, que alegran nuestras vidas dentro de un año que ha llegado a su final. Pero las fiestas también tienen ese lado silencioso cuando pensamos en los que ya no están, esos seres que forman parte de estas fiestas sin ocupar un lugar en la mesa, pero que -de alguna forma- su luz brilla ante tanta oscuridad.Son como las luces brillantes de ese árbol que contemplé al pasar: por un lado una gran cena en el patio junto a familiares, amigos y un montón de chicos jugando en las veredas. Carcajadas y cohetes y una música que te invita a bailar.Por otro lado, el silencio que se vuelve un solo pensar, una noche donde se encontrarán varias navidades y en cada una de ellas se encontrarán personajes que en el presente ya no estarán.La noche será una fiesta con esos invitados que solo esa noche, por un momento en la mesa se sentarán, y una y otra vez dirán los mismos chistes, y el anfitrión con solo recordarlos con una mirada perdida por un momento sonreirá. La Navidad se transformará en algo íntimo puertas adentro, que nunca nos atreveríamos a contar, porque es nuestro secreto que nos visita en este fecha especial, para que siempre recordemos a los que de alguna forma forjaron nuestro presente y en esa noche nos piden regresar. Una noche donde los pensamientos abran esa puerta para que las otras navidades puedan entrar, o quizás lo hagan bajando por la chimenea como un regalo del año que ya se va.Las navidades son como las luces brillantes de un árbol que son el símbolo de la Navidad y cuando estas se apagan es la oscuridad y el silencio que nos hace pensar en los que no están.Quizás en estas fiestas estaré celebrando sentado en una mesa larga de tamaño familiar, allí estarán todos para que sea una noche especial.Pero cuando sean las doce y las agujas apunten al cielo esa mesa se agrandará, lo que pueda sentir esa noche quizás se llame locura, pero también podría tratarse de un milagro de Navidad, que me dejó los recuerdos bajo el árbol, como un efímero obsequio que desaparecerá al despertar. Por Raúl Saucedoraulsau76@hotmail.com
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