Envejecer es un hecho ineludible, pero la manera de enfrentar este proceso es una decisión individual, ya que depende de cada uno hacer realidad el dicho que la juventud va por dentro.El término tercera edad surge para no usar en forma despectiva las palabras vejez o ancianidad y se refiere al adulto mayor, es decir mujeres que superan los 60 años y varones mayores de 65 años.La tercera edad es una etapa evolutiva del ser humano que tiene varias dimensiones. Es un fenómeno biológico porque afecta la salud física y mental, tiene una parte sociológica y económica porque se ha aumentado la expectativa de vida y se debe mantener a esas personas. Y es también un fenómeno psicológico, ya que se producen cambios en el funcionamiento cognitivo y emocional.Como sociedad tendemos a un culto a la belleza y a mantenernos jóvenes, nos asusta la vejez, no la valoramos ni la asociamos con experiencia o sabiduría como ocurre en otras sociedades y por ello hay personas que desprecian esta etapa. En nuestra cultura, si bien hay miembros activos de la tercera edad en el poder judicial, legislativo, educacional o eclesiástico, se tiende a pensar que la opinión de un adulto mayor no vale tanto porque sus facultades mentales pueden estar alteradas. Por eso aquellas personas que se están acercando a esta etapa, más aún para quienes la viven, se sienten excluidas, abandonadas y discriminadas laboralmente.En algunas ocasiones, los adultos mayores creen que los más jóvenes no los comprenden e incluso les faltan al respeto, por eso es importante que las nuevas generaciones tengan una actitud cariñosa, respetuosa y protectora hacia ellos, porque así les daremos un trato familiar más digno.Además de esto, un aspecto importante a destacar es la soledad provocada por el abandono familiar, los amigos, etc. puesto que dicho abandono les hace sentirse como un “estorbo”. Es un malestar consigo mismo ya que se sienten incomprendidos y rechazados, por lo que veo importante tener en cuenta este aspecto en la realización de este artículo, que intenta concientizar sobre este grupo de personas, muchas veces olvidadas.Como psicopedagoga entiendo que es a través de la educación para el envejecimiento donde se deben trazar las pautas que lleven a que la vejez sea asumida de manera distinta y dinámica. Los adultos mayores enseñan que, incluso cuando se pierden algunas cosas, como la juventud o la agilidad, se encuentran otros dones como el del autoconocimiento. Es tiempo de asumir las ganancias del conocimiento, la sabiduría, el humor, de celebración profunda, de la alegría del saber, de sentir orgullo y de un poder consciente; es tiempo de conocerse, de integrarse, es tiempo de reconocer que ser un adulto mayor es un honor.Una de las razones más importantes a la hora de elegir este tema es la búsqueda de una mayor integración de este colectivo en la sociedad actual, es decir, evitar el aislamiento de las personas mayores impidiendo que se desconecten del mundo exterior aislándose en sus casas. Para ello creo que la educación es una parte fundamental para evitar la marginación social .Desde hace unos años se ha producido un aumento significativo de la población perteneciente al sector de la Tercera Edad, o personas mayores, debido a diversos factores como el descenso de la natalidad, los avances en medicina, la mejora en las condiciones de vida, entre otros, lo que implica también una mayor presencia y presión por parte de sus necesidades y problemáticas, influyendo en muchos aspectos de la vida.Las necesidades básicas son la educación, la alimentación, la sanidad, la vivienda, la protección y la seguridad, la integración social, mientras que las necesidades superiores implican el crecimiento personal, la autorrealización y los valores espirituales.Actualmente debido al desarrollo de la ciencia y la técnica aumenta la esperanza de vida al nacer y con ello el envejecimiento poblacional. Las representaciones que socialmente se tienen de la vejez, así como los cambios físicos y psíquicos que se producen hacen que el adulto mayor se sienta muchas veces alejado de esa sociedad que un día dirigió y construyó, y que aparezcan sentimientos de inutilidad y vacío existencial.La educación en el adulto mayor resulta un proceso saludable y que contribuye a trabajar en base al autodesarrollo, las potencialidades, la autovaloración, el autoconocimiento, todo lo referente a la esfera cognoscitiva y afectiva, propiciando bienestar en el anciano y viéndose como una necesidad de primer orden. El mundo de hoy se desarrolla vertiginosamente, se presentan avances en la ciencia y la técnica, la medicina, la industria y esto es un aliciente para aquellos que desean vivir más, de hecho la esperanza de vida al nacer ha aumentado y por consiguiente cada día aumenta el envejecimiento poblacional.Dadas las dimensiones de este fenómeno el incremento de la ancianidad se ha calificado de epidemia moderna, término que muestra la representación que prima acerca de la tercera edad, la vejez no es sinónimo de plaga ni de enfermedad, el anciano constituye parte importante de la sociedad.Podemos darnos cuenta que el fenómeno del envejecimiento resulta un campo interesante para la investigación. Qué experimentan las personas en esta etapa de la vida, cómo estimularlas, viendo el envejecimiento como un proceso inherente al hombre que ocurre a lo largo de la vida pero que requiere de atención debido a los cambios que se producen y a las representaciones que se tienen de la vejez.Aflora, entonces, un término importante y es el de educación, las posibilidades que tiene el anciano en esta etapa de la vida contrarrestando cualquier posición desesperanzadora en cuanto a lo que vejez significa.Algunas característicasLa vejez es un proceso de cambios determinados por factores fisiológicos, anatómicos, psicológicos y sociales.La mayoría de las definiciones enfatizan el aspecto biológico y plantean que es: “un proceso progresivo desfavorable de cambio a nivel fisiológico y anatómico, producto del paso del tiempo y que concluye invariablemente con la muerte”.Para el psicólogo esta definición resulta restringida, pues su interés va más allá de considerar la vejez como una serie de fenómenos conductuales limitantes, o una mayor probabilidad de muerte. Tradicionalmente la edad cronológica ha constituido el parámetro que determina el inicio de la vejez y se refiere a la edad calendario o número de años que un individuo ha vivido. Sin embargo, esto no constituye el mejor parámetro para determinar cuán productivo y capaz puede ser un sujeto tanto para sí mismo como con su familia y la sociedad.En los ancianos se pueden detectar diferencias individuales debido a características de la personalidad acentuadas por el cúmulo de experiencias de cada uno. En la vejez se da una reducción de la capacidad funcional del individuo, como por ejemplo la declinación en funciones intelectuales tales como: análisis, síntesis, razonamiento aritmético, ingenio e imaginación, percepción y memoria visual inmediata.Es importante destacar que el anciano presenta menor deterioro de sus facultades intelectuales siempre y cuando se mantenga activo y product
ivo, cualquiera que sea la actividad laboral que realice.En él se incrementa el temor a lo desconocido, porque tener conciencia de las crecientes pérdidas físicas e intelectuales lo que le produce un gran sentimiento de inseguridad. Éste es agravado por pautas culturales que lo ubica en una posición desventajosa con respecto al adulto joven, determinando los roles que debe desempeñar.Otras reacciones negativas que puede sufrir el anciano ante la angustia y frustración provocadas por las pérdidas son la depresión y regresión. La depresión no es necesariamente un síntoma de envejecimiento pero se relaciona con el ámbito social estrecho en que vive el anciano, que lo conduce al aislamiento. Esto no se debe necesariamente a que viva solo, sino a que se le dificulta entablar nuevas relaciones significativas y algunas veces se presenta una rigurosa resistencia a abordar nuevas amistades.Si bien es cierto que todas las edades son portadoras de opiniones sociales, sin dudas la Tercera Edad constituye una etapa de la vida muy influenciada, más bien determinada por la opinión social, por la cultura donde se desenvuelve el anciano. Hasta hoy día la cultura, de una forma u otra, tiende mayoritariamente a estimular para la vejez el sentimiento de soledad, la segregación, limitaciones para la vida sexual y de pareja, y de la propia funcionalidad e integración social.Se ha llegado a considerar que los elementos conformadores de identidad son tomados generalmente de los prejuicios negativos que la cultura como tendencia, ha reservado para la vejez. “Soy viejo porque ya me queda menos, soy inútil, incapaz, retirado, final”.Un resultado de depresión e inseguridad puede ser el intento por regresar a etapas anteriores de la vida. La persona dependiente e insegura en momentos de tensión tenderá a regresar a conductas infantiles y a no realizar esfuerzos constructivos para resolver los problemas.El anciano experimenta una necesidad creciente de seguridad, en un momento de la vida en que los recursos físicos y psicológicos están en rápida decadencia. Existe un sentimiento de impotencia para satisfacer las necesidades, lo cual le provoca frustración, miedo e infelicidad.Aún cuando el anciano evita establecer relaciones afectivas estrechas, intensifica sus vínculos con la familia cercana. Esta representa la fuente principal de ajuste socio-psicológico en el proceso de envejecimiento, debido a que es el medio que ofrece mayores posibilidades de apoyo y seguridad.El anciano debe valorarse como un individuo que posee un cúmulo preciado de experiencia que puede trasmitir a los jóvenes en el interactuar diario. Debe dársele la oportunidad de seguir siendo parte del sistema productivo en actividades que le permitan sentirse útil.La familia como red social primaria esencial en cualquier etapa de la vida, es “el primer recurso y el último refugio”. La familia como grupo de intermediación entre el individuo y la sociedad, constituye un determinante importante para el presente análisis de la Tercera Edad.Con relación a la vejez como última etapa, habría que incluir los principales eventos para la misma, a saber: la viudez, la abuelita, el papel de los cuidadores del anciano y del anciano como cuidador, la jubilación, y la muerte.De los cambios más universales, el anciano de hoy se queja de su falta de autoridad en el núcleo familiar dada por la independencia que van tomando los hijos, la dependencia económica del anciano hacia ellos y la imposibilidad de realizar todas las actividades hogareñas que antes realizaba, entre otros factores.Uno de los cambios de índole social que ocurre en la vejez es la jubilación. Al hombre jubilado le es más difícil reencontrarse en el hogar, y en muchas ocasiones aparecen vivencias de soledad y de pérdida de lugar.La mujer jubilada continúa su rol doméstico que antes compartía con el laboral social y vivencia como un cambio transicional más natural, la pérdida de su estatus social y su estancia a tiempo completo en el hogar. La jubilación constituye entonces un evento vital a considerar por la familia. La vida de cada persona se enmarca y condiciona por la circunstancia histórico social en que le ha tocado vivir. Nadie vive desligado de la sociedad sino que está adscrito a un grupo, organización.Analicemos, el sujeto en su interacción con el medio es activo, sin embargo la influencia que éste ejerce sobre él tiene una enorme connotación si se analiza la representación que socialmente se tiene de la vejez, no resulta imposible encontrar ancianos optimistas y que ven la vejez como una etapa importante en sus vidas, pero para nada podríamos asombrarnos de que pueda existir un predominio de una autovaloración pesimista en la tercera edad, debido a que al estructurarse una representación a nivel social del término vejez que contenga aspectos negativos, innegablemente va a existir un abundante número de contextos de interacción donde el anciano va a entrar en contacto con comportamientos, actitudes, valoraciones, juicios que llevan implícitas esas ideas a nivel social, sin negar el carácter activo del sujeto en la interiorización de los fenómenos del medio social.La imagen de sí mismo es un aspecto importante en relación con la salud y el bienestar humano, la imagen de sí mismo como personalidad y lo que se refiere a la autovaloración.Los hechos vitales que afectan la autovaloración de la persona producen emociones negativas muy fuertes que se equiparan y sobrepasan en ocasiones a las vivencias negativas de carácter físico.Si se tiene oportunidad de conversar con ancianos son recurrentes las expresiones que enaltecen el pasado y oscurecen el presente tales como: “Antes cuando yo era joven… ahora que ya no sirvo para nada”, mientras que el futuro parece olvidado. En estudios realizados a adultos mayores se ha analizado que en técnicas proyectivas como el Rotter se presentan frases como: “Mi preocupación principal mi salud, si no hay salud no hay nada”, “Sufro mucho”, “¿Mi futuro?…Yo soy el presente, la tercera edad es lo de ahora… en el futuro mis hijos que vivan bien. Sabemos que no somos eternos”.La representación que socialmente se tiene de la vejez influye en la actitud que se asume ante el anciano.Las actitudes de las personas hacia ellos, que pueden ir desde fomentar su dependencia hasta no hacerle mucho caso porque “está hablando demasiado sobre sus fantasías y experiencias de la infancia o juventud” influyen en la imagen que el anciano construye de sí mismo, el cual al mirarse frente a un espejo nota sus arrugas, su piel menos brillosa y sus cabellos blancos.Es en la tercera edad que cobra mayor fuerza el deseo de legar al otro, de autotrascender, depende de quienes rodeamos a nuestros adultos mayores que sientan que pueden satisfacer ese deseo y de esa forma otorgarles una mejor calidad de vida.Las personas pertenecientes a la Tercera Edad entran a formar parte de la población en situación de riesgo por diversas razones:• Los cambios producidos en la estructura familiar (Pérez Serrano, 2004, pp. 21): disminución del rol de la persona mayor, lo que lleva a que se sientan inútiles; independencia de los hijos con respecto a los padres; convivencia en domicilios diferentes; movilidad geográfica de las nuevas generaciones por el mercado laboral; desatención de los hijos de los problemas de los padres, lo que da lugar a situaciones de aban
dono y soledad…• Orientación de la atención del mayor hacia el sector público (Pérez Serrano, 2004, pp. 25): se presenta el mismo problema tanto en guarderías para los niños y niñas pequeños como en residencias y centros de día para gente mayor, el Estado no tiene las suficientes estructuras como para atender toda la demanda que está surgiendo de estos servicios, lo que puede provocar que muchas personas se vean sin la adecuada atención.• Los problemas de salud que conlleva la avanzada edad a la que se puede llegar actualmente: los casos de inmovilidad que les hace depender de otras personas o les impiden salir fuera de sus casas; el alzheimer y la demencia, que los aparta completamente de la realidad…• Vejez como sinónimo de incapacidad o limitación (Pérez Serrano, 2004, pp. 35): tradicionalmente se ha relacionado el hecho de ser viejo con el de perder las facultades físicas y mentales, lo que no es necesariamente así. La mayor parte de la población mayor no se halla impedida, sólo tiene las normales reducciones de la capacidad funcional propia de cualquier organismo, lo cual no es limitación para llevar una vida plena.Hasta aquí por hoy, la semana que viene retomaremos el tema y profundizaremos qué significa la educación en la vejez.Buena semana.Colaboración: Myrian Mabel Báez Lic. en Psicopedagogíamyrianmabelbaez@gmail.com
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