El Verbo de Dios haciéndose carne quiso tener una familia humana, una patria, una ciudad donde nacer y crecer y sobre todo el amor y el cuidado de una madre y de un padre, como todos los hombres, como todas las persona de la tierra, aunque por la realidad de María y de José su familia fuera excepcional, pero de tal manera su familia era sencilla y humilde que nos distinguía externamente de las demás familias de su pueblo de Israel.Celebramos a Jesús que nace en el seno de una familia y nos gozamos de poder comprender con el pensamiento y el corazón la cercanía tan terrena y humana del Hijo de Dios y contemplar en él y su familia que sentimos que también en casi todos los gestos de la Familia de Nazaret, también nosotros y nuestras familias podemos imitarla, divinizando nuestros gestos humanos.Un breve tiempo después de su nacimiento Jesús es presentado al Templo, cuarenta días después como lo manda la Ley de Moisés, (Lc.2, 22) suscitándose un episodio particular y de gran importancia para la humanidad, iluminado por el Espíritu Santo Simeón tomó a Jesús en sus brazos, reconociendo en el Niño al “Cristo del Señor…bendiciendo a Dios el Señor” y mirando a la Madre le dijo proféticamente “una espada atravesará tu corazón”…Para María y José, como para la mayoría de los Judíos de su tiempo, esta no era solamente la formalidad externa del cumplimiento de una ley, ellos renovaban su entrega mutua frente al Señor y consagraban a Dios el corazón de su hijo conscientes aún de que el dolor los acompañará durante lo largo de sus vidas. “Una espada atravesará tu corazón”, y como ellos saben que Jesús no les pertenece, aceptan para ellos no sólo el amor del Hijo sino también todos los designios de Dios en la Misión del Hijo en la tierra.¿Es distinta la familia de Jesús a las tantas familias de la tierra? Los sufrimientos y las privaciones, tantas veces el exilio, el trabajo duro, el dolor…Y sin embargo también ¡Cuánto amor y paz por la cercanía del Señor!Fijémonos, por amor a Dios y sus providencia, estos esposos, aceptarán los designios de Dios, y las realidades a las que no estaban exentos los demás esposos de Israel. Deberán partir a Egipto, como muchos, para preservar la vida o encontrar el pan, las incertidumbres en su acomodo en tierra extranjera, las fatigas del rudo trabajo, las privaciones de una vida pobre y más tarde las angustias por la pérdida del Hijo en la caravana que peregrinaba a Jerusalén, Jesús mismo les explicará las razón profunda de sus padecimientos, diciéndoles: ¿No sabíais que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre? (Ib 49) Antes que a María su Madre y a José, Jesús muestra que le pertenece a su Padre celestial; a ellos les toca solamente criarles para la Misión que el Padre le ha confiado. Situación esta que exige de ellos el mayor desinterés y da a sus vidas el sentido de un servicio total a Dios en colaboración íntima con la obra del Hijo…Si las familias de hoy y los esposos en concreto supiéramos que la vida de nuestros hijos es de Dios y que nuestra misión es criarles para Dios, seríamos aún más semejantes a la Sagrada Familia.El Evangelista precisa, que vueltos a Nazaret, Jesús les estaba sujeto…y “crecía en sabiduría y edad y gracia de Dios ante los hombres” (Ib 51) La conciencia de ser de Dios y para Dios, no les quitó la alegría y la responsabilidad de criar a su Hijo y así debería ser en todas las familias cristianas.Nosotros los hijos de la Iglesia tenemos como modelo de familia cristiana a la Familia de Nazaret. Ante todo por la supremacía de Dios en el todos los ordenes…Dios está siempre presente en todo lugar y todo está subordinado a Él.El sufrimiento es abrazado con profundo espíritu de fe, sabiendo que no todo es posible evitar en el Misterio de Dios y ellos no turban la armonía, precisamente porque todo es considerado a la luz de Dios.Cuando una familia se inspira en estos principios, todo procede en el orden de la naturaleza. El amor a Dios y su voluntad, lleva a los hijos a honrar a sus padres y a estos a amarse y respetarse mutuamente, haciendo del amor un valor intransferible, respetándose mutuamente, amando a sus hijos educándoles para Dios y el bien común. Perdurando no obstante, los contrastes posibles, el amor inigualable entre los miembros de la familia.Que la Sagrada Familia de Nazaret, bendiga a las familias, dándoles la paz y la prosperidad.
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