La nueva administración nacional enfocó sus primeros pasos a extinguir los focos de incendios más urgentes dejando de lado algunas medidas que resultan eficientes en circunstancias apremiantes como la actual.Estas primeras decisiones evitaron que el fuego se expandiera y provocara mayores daños, pero el peligro continúa latente. La persistencia de una elevada cantidad de pesos dando vueltas por el mercado y sin demanda que los absorba está generando nuevos problemas.Sólo el déficit fiscal, que concluirá cerca de 10 puntos del PBI, cuando se den a conocer las primeras estadísticas creíbles de precios, demanda semejante cantidad de billetes ya que el sector privado se fue del mercado.Así las cosas será costoso mantener expectativas favorables de inversión, con el actual nivel de ingresos, aun cuando se cuente con la mayor presión fiscal de la historia.Durante el último siglo, el país atravesó cuanto menos cinco crisis financieras terminales que derivaron en aumentos de la presión tributaria que pasó de 15% a 34% del PBI. El problema persiste y estamos en la antesala de otra crisis. Anteriormente se financió el gasto con la emisión monetaria, luego con endeudamiento, más tarde con endeudamiento y emisión combinadas y ahora nuevamente con emisión monetaria espuria. Queda claro entonces: el problema no es otro que el gasto público y no los ingresos. Bajo esta premisa resulta imposible mantener el esquema y es por eso que el macrismo apura para antes de marzo, un plan de ajuste fiscal severo para permitir absorber la enorme liquidez.O el gobierno encara un ajuste fiscal, o se lo hace el mercado vía devaluación. No existe la magia, los problemas hay que encararlos y las autoridades deberán ir a la raíz que no es otra que el gasto público.
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