Luis Caputo, secretario de Finanzas de la Nación, se instalará por estas horas en Estados Unidos en lo que será el punto de quiebre de cara a uno de los más grandes ejes que se planteó el macrismo: normalizar los bonos.La tarea se presenta difícil dado que el país no se encuentra en condiciones de afrontar deudas impagas que podrían transformarse en cifras abultadas.Ya lo había advertido el exministro de Economía, Axel Kicillof, quien explicó que acatar el fallo del juez Thomas Griesa empujaría la deuda de 1.500 millones de dólares a 15.000 millones, ya que se extendería a todos los bonistas que reclaman por el default argentino.Los títulos que legalmente permanecen en cesación de pagos representan aproximadamente el 7% de la deuda renegociada por la Argentina en los canjes del 2005 y 2010, y buena parte está en manos de fondos como NML, liderado por el duro financista Paul Singer.Con todo, la victoria de Mauricio Macri, un hombre más cercano a las políticas de mercado fue una buena noticia para este financista, y renovó la esperanza de cobro por parte de los “holdouts”.Sin embargo no deberían ilusionarse tan rápido, porque el nuevo gobierno encontró una situación financiera cuanto menos más compleja de la esperada y no estaría en condiciones de hacer ofertas demasiado generosas como las que esperan los bonistas. Ya lo aseguró el equipo del ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso de Prat Gay: “El hecho de abrir el diálogo no significa que no seremos duros en la negociación”, una señal que el mundo financiero todavía trata de decodificar.
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