El año pasado cerró con un doble homicidio de ribetes netamente mafiosos y marcó un punto de preocupación elevado, para las autoridades y para la sociedad en general.Clareaba el 17 de diciembre del año pasado y los cuerpos de Sebastián Vega (35) y Rodrigo Ibarra eran claramente visibles.Estaban recostados en el asiento trasero de un Chevrolet Agile, propiedad de la hermana de Vega, perforados por al menos quince disparos, algunos proyectiles nueve milímetros y otros, calibre 38.No fue el único asesinato mafioso. Poco antes, el 20 de octubre, Rodolfo Trinidad, un ciudadano paraguayo de 45 años, era acribillado a tiros cuando conducía su camioneta marca Nissan 4×4 en avenida Martín Fierro casi Zabala.El hombre aguantó cuanto pudo en el hospital Madariaga, hasta que su corazón dijo basta, el 31 de ese mes, a las 14.30.Justamente, un día antes del fallecimiento de Trinidad, Alem se conmovía por el hallazgo de un VW Bora completamente calcinado. Y más aún cuando trascendió que en el baúl había un cuerpo reducido a huesos quemados.Se trataba de Nicolás D’Amico, cobrador de un frigorífico bonaerense. En realidad, la Justicia aguarda el resultado del ADN para confirmar lo que todos creen, que efectivamente es D’Amico.La serie de crímenes mafiosos en 2015 arrancó el 19 de enero, cuando Guillermo Ramírez, más conocido como el narcoaviador, era ultimado a balazos cuando regresaba a su domicilio, en Montecarlo.Asimismo, el 21 de abril, Carlos Marhadt, empresario de remises de alta gama en Eldorado, era acribillado a tiros y muerto en su casa del kilómetro 10.El informe policial indicó que al menos tres impactos dieron en la cabeza y en el pecho.El sicario descendió de una moto cuando Marhadt se encontraba en compañía de su señora.Estos, como tantos otros asesinatos orquestados por el crimen organizado tienen un común denominador:?ninguno ha sido esclarecido o resuelto por los investigadores misioneros.Vale recordar algunos. En 2012, el remisero Miguel Ángel Rojas era ultimado, empalado, castrado y atado a un árbol en Colonia Mado. Los asesinos cumplieron con su objetivo, que la víctima sufriera, y mucho, antes de morir.Al año siguiente, el empresario del pollo, Jorge Manfredi fue hallado muerto cerca de la Isla del Medio, en circunstancias confusas que la Justicia jamás pudo esclarecer. Sucedió el 16 de enero.Ese año, el mueblero Juan Marín era muerto a balazos en una vivienda ubicada en el barrio El Territorio. Fue a las 21.45. Al igual que el anterior, tampoco se sabe quién o quiénes lo mataron.Ni hablar del asesinato a puro plomo del exconcejal de Montecarlo, Mario Nicanor Cabañas, perpetrado el 15 de diciembre de 2013. Fue a las 7.20 y el también empresario vendió cara su muerte: ultimó al supuesto sicario que ingresó en su domicilio para acabar con él.En este caso hay un imputado, conocido como Mátrix Espíndola, pero la causa continúa en la etapa de instrucción.El año pasado, un hombre fornido apareció en la banquina de la ruta provincial 5, cerca de San Ignacio, con cinco proyectiles en el pecho. Fue enterrado como NN. Y más atrás hay otros, igualmente impunes, como Javier Pauluk o el exintendente de San Vicente, Héctor Carballo. Una situación más que preocupante, aunque las autoridades provinciales parecieran pensar distinto.
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