La ciudad de Posadas se iluminaba lentamente, con un nuevo amanecer que indicaba que íbamos a tener otro día caluroso. Era de esos días en los que, las altas temperaturas sólo pueden ser aplacadas con un refrescante tereré debajo de un árbol, a la hora de la siesta. Como todas las mañanas salí a caminar por la costanera y sentía el calor de los primeros rayos del sol, que se confundían con la brisa del río. Con auriculares puestos escuchaba las noticias que me trasladaban, por un instante, hasta el lugar de los hechos a través de los pensamientos.Era una de esas mañanas que se parece a la anterior, haciendo que los días se parezcan a esa rutina diaria que nos envuelve. Hasta que de pronto te vi: estabas con otra persona o quizás estabas sola, en ese momento no presté atención a todo lo que rodeaba tu imagen, pasé fugazmente cerca de ti, en un instante que quedó grabado en lo eterno. Esa situación que trasformó mi día y lo convirtió en distinto y único, quizás irrepetible, si el destino lo dispone de esa manera. Mis ojos se cubrieron de recuerdos y mis piernas dejaron de correr, mi piel sintió nuevamente el escalofrío de tu ausencia, los miedos y las culpas volvieron del ayer y me abrazaron esa mañana frente al río.De pronto la nostalgia coincidió para que nos encontremos en la costanera, y me sentí tan solo ante la multitud que disfrutaba de esa mañana.Quise volver tras mis pasos y cerciorarme de que no haya sido un espectro que vino del ayer para sorprenderme y atormentar la tranquilidad de mis días.Me apoyé sobre las barandillas para no caer al suelo y de alguna forma recuperar el equilibrio luego de chocar con las puertas del recuerdo, que se abrieron de golpe cuando te vi.Habían pasado tantas lunas sobre mi frente que me dieron la fuerza para encerrarte en el olvido o simplemente domar la fiereza de un corazón herido que aprendió a vivir sin vos, todos estos años. Regresé por otro camino para no encontrarte y chocar nuevamente con la realidad que me mostraba el cruel rostro de la soledad, que contrastaba con tu felicidad. Elegí el sendero más largo, quizás con el deseo de perderme o que simplemente no puedas encontrarme.En fugaz momento me persiguió toda la tarde, ni siquiera podía pensar en otra cosa que no seas vos, hasta las situaciones diferentes se presentaron reprochándome porque no me detuve para dirigirme donde te encontrabas, hablarte y preguntarte cómo estabas. Pero elegí seguir mi camino, quizás como elegiste seguir el tuyo con la diferencia de que siempre miraba para atrás por si volvías y cuando dejé de hacerlo, sólo esperaba sentir un sorpresivo abrazo, pero esos deseos incompletos se convirtieron en pasado. Nada se comparó con el silencio de la noche, los recuerdos de ese encuentro se hicieron realidad aturdiéndome con sus risas burlonas y con los deseos de volver el tiempo atrás, esa noche no pude dormir porque nuevamente volvía y volvía a ese mismo lugar. No pude sacarte de mi mente, pero no pude maldecir ese momento en que te vi, ni la causa del porqué estaba así, dentro de ese amargo momento, de alguna forma agradecía estar así y que pagaría otra vez el precio de volver a encontrarte. Pero toda esa situación se convirtió nuevamente en ayer, hoy volví a pasar por ese lugar y sólo estaba el eco de tu presencia, corrí y me alejé de ese espacio que de alguna forma se transformará en un lugar de culto para mis ojos que sin querer volverán a mirar.Seguiremos con nuestras vidas bajo el mismo sol y en la distancia con un nuevo amor, pero el destino guarda esas sorpresas que nos sacan por un momento de esa realidad y que repetimos en voz baja para encontrarnos con tu ausencia y poder decirte: “Hoy te vi”. Por Raúl [email protected]
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