Todo el brillo y el esplendor de los carnavales encarnacenos comienza cuando Ernesto “Papacho” Giménez, El Rey Momo, abre los portones del sambódromo para que comience la mayor fiesta de la “Perla del sur”.Lejos del sonido de las batucadas y el brillo de las lentejuelas, “Papacho”, cenaba tranquilamente junto a su mujer y su nieto en un bar de los alrededores del sambódromo, con su atuendo y corona puestos que no lo molestaban, quizás porque hace más de 35 años que es el símbolo de los carnavales locales. “Estoy desde 1980 actuando como Rey Momo vitalicio de Encarnación”, comenta alegremente, y a la vez sorprendido por la entrevista. Su personaje es muy simbólico en las festividades, el ritual en el que él participa es similar a la figura del “Monge Negro” cuando destapa el barril de cerveza para que dé inicio a la “Oktoberfest”, la tradicional fiesta alemana. “Siempre abro las primeras rondas, ahora estamos por la cuarta noche y con mucho éxito”, comentó.Giménez, destacó la cantidad de público que llega cada noche al sambódromo proveniente de Misiones y sobre todo los extranjeros de distintas partes del mundo “el público se está divirtiendo y cada noche hay más gente”. Además, el Rey Momo destacó las comodidades con que cuenta la ciudad para recibir a un gran número de turistas: “Hay comodidad de estacionamientos y playas, que vengan que se van a divertir” aseguró. Con respecto a que significa la figura de ser “Rey Momo” Giménez explicó: “Ser Rey Momo significa algo grande dentro de los corsos encarnacenos para la gente que nos está mirando, que vienen a pagar la entrada y para ver un espectáculo sin igual. Nosotros somos los que tenemos que actuar dentro del sambódromo y demostrar al público que está pagando su entrada y brindarles un buen espectáculo”.“Papacho” es la figura de los corsos desde 1980 y ganó a muchos rivales que compitieron con él por el cetro, hoy el público que lo admira lo eligió como el Rey Momo vitalicio y no necesita competir, “hubo muchos años en los que se hacía elecciones, ahora ya no porque soy vitalicio, ya no hay rivales”, comentó entre risas. Luego Giménez se levantó, pagó la cuenta y, como hace 35 años, se fue a abrir los portones para que comience la fiesta.
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