Al cabo primero Roberto Omar Ballesteros (35), lo ejecutaron de un disparo en la espalda, frente al Banco Macro de El Soberbio, en plena calle. Fue el lunes 2 de febrero de 2015, cuando al menos siete delincuentes armados irrumpieron en la sede bancaria, emplazada sobre avenida San Martín 562.Los ladrones, que hablaban en “portuñol”, habían preparado cada detalle. Redujeron a los dos policías que se encontraban en el lugar. Uno de ellos era Ballesteros. Luego, para huir utilizaron a una treintena de rehenes como escudo humano y con algo más de dos millones de pesos, escaparon en dos vehículos, uno de los cuales fue hallado a orillas del Uruguay.Una vez en Brasil, las fuerzas de aquel país detuvieron a Alex Lima Schimitz, Regis Da Silva Lópes, Evandro Scholer y Arlindo Da Luz. El dinero jamás apareció.Actualmente, los cuatro delincuentes se aprestan a ir a debate oral y público en el vecino país, que se negó a extraditarlos porque la Constitución lo prohíbe en caso de conciudadanos es decir, como son brasileños serán juzgados en Brasil. Para las autoridades del país vecino, los elementos que constan en la investigación son suficientes como para apuntar directamente sobre los arrestados. “Están presentes las exigencias de materialidad y autoría del delito”, reza en la resolución, que se apoya, entre otras cosas, en los testimonios y datos que se presentan en el expediente.Sin ir más lejos, la semana pasada, la Novena Vara Criminal de Porto Alegre cuyos magistrados llevan adelante la causa, denegó el pedido de excarcelación presentado por Alex Lima Schimitz y Arlindo Da Luz, el jueves 21 de enero. La ejecución de BallesterosUn año atrás, el terror se apoderó de El Soberbio cuando unos siete delincuentes irrumpieron a balazos en la sucursal local del Banco Macro. Todo comenzó minutos después de las 8, en pleno centro. Los delincuentes llegaron vestidos con uniformes militares similares a los utilizados por las fuerzas de Brasil con armas de grueso calibre. Dos de los asaltantes se quedaron en plena avenida San Martín y, a los tiros, alejaron a transeúntes que intentaban llegar hasta la sucursal. Los otros cinco ingresaron al banco y tomaron como rehenes a los clientes.Los ladrones desarmaron a un agente al que apuntaron con un fusil y luego lo hicieron con Ballesteros. Los dos policías estaban a cargo de la seguridad del lugar. Lo mismo sucedió con el jefe de la comisaría de El Soberbio, quien arribó al escuchar los disparos.Los uniformados fueron obligados a salir afuera y arrojados al asfalto. Fue en ese momento que uno de los ladrones abrió fuego sobre Ballesteros, pese a que se encontraba desarmado y no se habría resistido. Luego de hacerse de varios bolsones de dinero, los delincuentes regresaron a la calle y cubrieron su huida con una verdadera “muralla humana”.En ese momento habría arribado a la escena una comisión especial de Gendarmería Nacional, que fue recibida a tiros y que no respondió en razón de que la vida de los civiles estaba en peligro.En simultáneo, un efectivo de la fuerza federal recibió dos impactos de bala y cayó herido al suelo. Lo salvó el chaleco antibalas. Los delincuentes escaparon con el gerente de la sucursal en dos camionetas mientras arrojaban clavos “miguelitos”. El gerente fue abandonado sobre la ruta 2, a unos dos kilómetros del pueblo. Los ladrones siguieron viaje hacia el sur.Efectivos de la comisaría local y de la Unidad Regional VIII montaron un operativo con apoyo de uniformados de todas las unidades regionales de la zona. Minutos más tarde, dos de esos policías lograron toparse con los forajidos en Paraje Sarandí, a la vera del Uruguay.Se produjo un tiroteo y los malvivientes ingresaron a un trillo. Llegaron hasta una lancha que los esperaba en el río donde lograron esfumarse de Misiones y cruzar al Brasil. Sin embargo, cuatro de ellos fueron apresados por las autoridades de aquel país a unos diez kilómetros del cauce del río.El nombre de la muerte Meses después, desde Brasil llegó la confirmación de que Ballesteros (35) fue asesinado porque reconoció a uno de los delincuentes.Ricardo Dos Santos Belardindo. Ese es el nombre. Un peligroso delincuente buscado en Brasil desde 2013 y con frondosos antecedentes por delitos varios. Su presencia en la costa desde hace varios meses está acreditada por “dateros” de las fuerzas de uno y otro país.Ballesteros, nacido y criado en el barrio Los Paraísos de Posadas pero radicado en El Soberbio hace un par de años, “era de viajar mucho a Brasil para comprar cosas”, explicó una fuente local. Habría sido en una de esas tantas visitas que conoció a Dos Santos Belardindo. Quizás de rostro, quizás de nombre. Lo cierto es que desde Brasil aseguran que Ballesteros se percató de que era parte de la banda. Y no se lo perdonaron.Sin embargo, aún no está esclarecido quién ultimó al policía. Tal vez fue Belardindo, cuyo paradero es hasta ahora un misterio.El miércoles citarán a testigosDe acuerdo al portal de la Justicia de Brasil, por orden de la Novena Vara Criminal de Porto Alegre cuyos magistrados llevan adelante la causa, se solicitó a la Primera Vara Da Comarca de Tres Passos que el miércoles 3, a partir de las 9, se presente un grupo de testigos para tomarles nuevamente testimoniales.Los cuatro criminales brasileños, capturados en Tiradentes do Sul (Brasil) después de asaltar la sucursal están imputados por los delitos de “latrocinio, portación ilegal de arma de guerra, formación de cuadrilla (algo así como la asociación ilícita para el Código Penal argentino) y tráfico de armas”.
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