Hablar de 47 muertes en los 44 días que van del presente año ponen en superficie una problemática compleja que parece no contar con la atención suficiente ni de las autoridades ni de la sociedad civil. A estas alturas no es exagerado afirmar que un vehículo motorizado es un arma letal que, en manos de insensibles y desaprensivos, borra vidas, destruye familias y acarrea incontables contratiempos entre policías, personal médico, seguros y la maquinaria judicial que se ponen en movimiento.De acuerdo a los registros de la Asociación Civil Luchemos por la vida, Misiones cerró 2015 en la cuarta posición en el “ranking” de accidentes fatales en todo el territorio nacional. Sólo la superaron Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.El dato es alarmante en sí mismo si se tienen en cuenta la densidad de población y el parque automotor de cada distrito. Es una realidad que se repite año a año y nadie parece encontrarle la vuelta de tuerca.Las múltiples campañas de prevención existentes parecen ser pocas o de baja efectividad. Pero es la sociedad la que debe asumir el control de sus actos. Una persona alcoholizada al volante es, cuanto menos, un terrorista que no asume la contundencia de sus actos al momento de salir.Los eventos que producen lesiones no suelen ser aleatorios o inevitables. Por esta razón, en algunos círculos se empezó a evitar el uso del término “accidente”.Hay quien piensa, sin embargo, que se trata de un concepto comprendido por el grueso de la población y por esta razón debería seguir siendo utilizado en tanto que ayuda a resaltar su importancia en términos de salud pública.La principal causa de muerte de jóvenes de entre 15 y 19 años no es el Sida, ni el cáncer, ni cualquier otra enfermedad, sino los accidentes de tránsito. Esa es la conclusión de un informe de la Organización Mundial de la Salud publicado en la Semana Mundial sobre la Seguridad Vial.“Los accidentes de tránsito matan en el mundo a 1,2 millones de personas cada año, y 400 mil son jóvenes menores de 25 años”.Mientras la sociedad no tome conciencia de la contundencia de estas cifras la epidemia silenciosa no sólo sostendrá su ritmo sino que la multiplicará.
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