Señora Directora: Según leí en una publicación local, en lo que va de 2016 hubo más muertes en accidentes de tránsito que días suma el año y ésta es una tendencia que se viene agudizando a medida que transcurre el tiempo. Todos los medios han desarrollado con enorme despliegue el último de ellos –al menos al momento en que escribo estas líneas- en que el alcoholismo de un conductor irresponsable provocó una tragedia el sábado último con dos vidas segadas. Fue sobre la avenida Fernando Elías Llamosas (el nombre municipal de la ruta nacional 12 en ese tramo) a la altura de la Estación de Transferencia del Sistema Integrado de Transporte Metropolitano (SITM). El hecho volvió a generar el rechazo social y el reclamo del mayor de los castigos para quien fue responsable, un joven de 24 años con un nivel de alcoholemia de 1,6 gr., tal como ya ocurrió en otros hechos similares de los últimos meses y años, según se señala en las redes virtuales.Todos ellos esperan –y exigen- justicia, como no fue en otro similar ocurrido hace más de un año en la zona sur de Posadas en que otro joven alcoholizado arrolló a dos mujeres que se aprestaban a abordar un taxi. A las que mató instantáneamente y del que siguen los escarceos judiciales sin que el responsable –por no decir, asesino- esté tras las rejas, arrepentido y avergonzado de la brutalidad que provocó.Como estos son varios los ejemplos que hay desde ese entonces al hoy –y anteriores, más- sin que nadie haya respondido por esa irresponsabilidad criminal que les cupo a la hora de tomar un volante. Creo que todos recordarán de alguna memoria de, al menos, tres o cuatro de esos hechos.Pero éste detalle no es el propósito de mi carta, sino la necesidad de que comience a tomarse el toro por las astas y se trate de corregir (o al menos, acotar y reprimir) este tipo de hechos. De allí, la necesidad de que nuestras autoridades provinciales y municipales se pongan los pantalones largos y conviertan en normas legales aquellos proyectos desechados (o cajoneados) y que establecen la llamada Tolerancia Cero al alcohol entre los conductores, que ya rige en varios municipios argentinos.La prohibición deberá ser lo más rigurosa posible en cuanto a licencia de conducir, multas y otras penalidades que no deberían excluir el trabajo comunitario obligado e ineludible en algún centro de atención o rehabilitación de quienes sufren accidentes viales. Si fuese necesario, en las tareas más elementales de forma tal de que tenga un contacto constante con el accidentado y sus familiares para que conozca de cerca el sufrimiento y el daño que pudo (o puede) generar. Claro que la Tolerancia Cero exige además el compromiso de las autoridades a través de un sostenido control de los conductores y no como lo que ese Diario informó la chanza con que le puso broche de oro al tema la entonces Presidenta del Concejo Deliberante de Posadas, cuando se intentó plantear el tratamiento de un proyecto en ese sentido. Porque no es broma la tragedia que se sucede día a día en las rutas misioneras y las vidas humanas son irrecuperables.Sé que esta limitación no significará la erradicación de los accidentes viales en calles y rutas, pero creo contribuirá a disminuirlos y a crear el hábito de separar alcohol de conducción de un vehículo.Para ello también podría contribuir la norma que establece “el conductor designado” cuando un grupo familiar y de amigos va a una fiesta y uno de ellos, quien será el conductor, debe abstenerse de las bebidas alcohólicas para que no haya sorpresas al retorno de ella.Le pido a las autoridades que, por favor, tengan algo de corajes y responsabilidad y se animen a establecer la Tolerancia Cero; y a exigir, con escarches si fuese necesario, que ellas y otros funcionarios sean el ejemplo en ese comportamiento toda vez que manejen un automóvil.
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