La caída de la banda liderada por “La Maru”, vinculada a la comercialización de cocaína a través del narco delivery, desnudó el oscuro entramado que caracteriza a esta actividad en la capital provincial.El grupo, comandado por esta mujer e integrado además por su padre y un lugarteniente, que tenía epicentro de operaciones en lo que antiguamente era el barrio Tiro Federal, afrontará próximamente un debate oral y público en el Tribunal Oral Federal de Posadas.Ella está acusada e imputada en carácter de organizadora; el padre de ser acopiador y el otro implicado, conocido con el alias de “Pollo”, de comercializador. Esta banda vendía cocaína de baja calidad, cortada con otros componentes para obtener un rendimiento cinco o seis veces superior. Así, la dosis que llegaba a los consumidores, según datos surgidos de la investigación, contenía sólo un 10% de clorhidrato de cocaína.El segmento de consumidores a los que ofrecía “servicios de narcodelivery” provenía de los estratos medio bajo de la sociedad.Para los detectives antinarcóticos, “La Maru” era la que recibía los pedidos y “Pollo” los llevaba a destino. Por lo general, este hombre se movilizaba en una moto tipo cross, que habría sido secuestrada por la Justicia Federal. Son algunos de los cargos que los tres imputados deberán enfrentar en el banquillo de los acusados, de acuerdo con fuentes consultadas.PRIMERA EDICIÓN indagó sobre el circuito “vip” que recorre la cocaína en Posadas, sobre todo en círculos más reservados y privilegiados de la sociedad.Así pudo determinar datos muy interesantes que hacen a la lógica de un “negocio” que mueve millones de dólares en Argentina y el mundo. Un flagelo al que Misiones en general y Posadas, en particular, no escapan y al contrario, parece acentuarse con el accionar de organizaciones criminales que matan a cualquier hora del día.Así sucedió con los asesinatos del ciudadano paraguayo Rodolfo Trinidad, acribillado a tiros el año pasado en inmediaciones de avenida Martín Fierro y calle Zabala; de Sebastián Vega y Rodrigo Ibarra, en el barrio Tacurú.Los tres crímenes tuvieron el sello inconfundible de la mafia. La banda de La Maru operaba en sectores medio bajo. Uno de los garitos preferidos estaba emplazado en inmediaciones de las avenidas Lavalle y Santa Cruz. Un triángulo de cocaína allí, con un 10% de pureza, podía conseguirse a cien pesos.Pero los costos son diferentes en otros porcentajes de pureza. Pueden duplicarse y hasta triplicarse. “Por eso se dice que son gustos que no todos pueden darse”, indicó uno de los investigadores a PRIMERA EDICIÓN.La Maru y sus cómplices hacían la entrega a domicilio; una modalidad que no funciona entre consumidores de los estratos más elevados de la “city” posadeña. En este caso, optan por un punto de encuentro o de entrega neutral; lejos de curiosos o entrometidos. Porque, de alguna manera, los propios compradores quieren pasar desapercibidos. En ocasiones, incluso, la operación se hace de coche a coche; en cualquier semáforo o esquina solitaria de Posadas.No es la única modalidad. Este Diario pudo acceder a información reservada que indica que la Justicia Federal puso la lupa sobre ciertas actividades económicas o comerciales que esconden un trasfondo de vinculaciones con el mundo de las drogas.Boliches, restaurantes, pubs y hasta peluquerías asoman como sospechosos y son investigados desde meses por las fuerzas especiales de lucha contra el narcotráfico.Hay indicios fuertes. Los sabuesos tendrían intervenciones telefónicas y entrecruzamiento de llamadas que dejarían al descubierto las operaciones criminales. De hecho, hay causas abiertas, en curso, en el fuero Federal.La principal hipótesis apunta a que en esos negocios se producen los encuentros y transacciones por droga. Nadie sospecha nada por el glamour que caracteriza a esos lugares; considerados cuasi santuarios de la “creme”, inaccesibles al común de los mortales.Allí la cocaína que se comercializa es otra. El nivel de pureza trepa a un 60%, lo que repercute proporcionalmente en el costo.El accionar de las fuerzas de seguridad choca, muchas veces, contra esta circunstancia. Los indicios deben ser devastadores en cuanto a pruebas para obtener una orden de allanamiento de la Justicia Federal.Y cuando lo logran, si no se actúa con absoluto sigilo y celeridad, todo puede terminar en un rotundo fracaso.Sucedió el año pasado, en un boliche bailable de Posadas. Cuando los uniformados arribaron al lugar se demoraron unos minutos en la entrada y para cuando ingresaron, en la pista había innumerables dosis de marihuana y clorhidrato de cocaína. Todo el mundo se deshizo de lo que podía comprometerlo.En Candelaria, por citar otro ejemplo, un detective de una fuerza federal se infiltró como un cliente más. Simuló estar en completo estado de ebriedad para sacarse fotos con otros presentes. El objetivo, en realidad, era acercarse al “dealer” que operaba dentro de la bailanta.Cuando al fin pareció lograrlo, tres patovicas se lanzaron sobre él; lo tumbaron en el piso y le dieron para que recordara por un buen tiempo.En la Justicia Federal de Posadas hay investigaciones abiertas. Fuentes consultadas indicaron que puede haber novedades de un momento a otro. En este sentido, las intervenciones telefónicas son la punta de lanza de las investigaciones.A veces, escuchan a una organización y terminan desbaratando a otra. Sucedió con el doble homicidio de barrio Tacurú. Nadie sabía que un juez Federal de Campana escuchaba a Sebastián Vega y sin querer, grabaron hasta la última conversación de su celular antes de morir.Por eso ahora la Justicia pidió la captura internacional de un sospechoso, de nacionalidad paraguaya, que se habría comunicado, a través del teléfono de Vega, con un socio de Virasoro, Corrientes, minutos antes del doble asesinato.Otra arista que los investigadores siguen de cerca es la compra de dólares en el mercado negro. Es que las transacciones por droga se hacen en esa moneda; razón por la que la cotización es muy importante para los mercaderes de la droga.En tiempos del dólar blue; en las intervenciones telefónicas podía escucharse la desesperación de los narcos por conseguir la mejor cotización en las cuevas clandestinas.
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