Diminutas. Así son las piezas que Juan Bautista González (63) moldea con una paciencia, precisión y creatividad únicas. Se trata de accesorios utilizados para acondicionar los muebles que visten a las maquetas que aprendió a confeccionar cuando tenía 16 años y que fueron fuente de ingreso durante toda la vida. Lavarropas, cocinas a gas, camitas e inodoros en pequeña escala sobresalen en la mesa del living de su casa, que utiliza como estudio. Comenzó con este arte, que lo hace único en el país, hace unos quince años, a pedido del ex propietario de la Librería El Dibujante, José Roberto Corrales. La sofisticación y la demanda hicieron que se tradujera en una actividad alternativa que lo apasiona. “Aveces me dedico a las maquetas de arquitectura y en tiempos libres me ocupo de este tipo de cosas”, dijo aludiendo a esos cuadraditos perfectos que se encuentran sobre la mesa. “Pero como es una tarea que lleva mucho tiempo hay que tener paciencia todo el día, todos los días. Y paciencia uno puede tener un día entero, pero tenerla todos los días, es otra cosa. Y yo la tengo”, aseveró González, a quien no se le conoce competencia, al menos en la Argentina. Camino al andarEn lo que respecta a las maquetas, el arquitecto Mascarino fue “mi gran maestro”. En su estudio empezó a trabajar como dibujante a los 16 años. En el año y medio que estuvo allí González confeccionó sus cuatro primeras maquetas, dos eran de hoteles que se habían proyectado para Corrientes y para San Ignacio. Después fue cambiando de estudios pero continuó con las maquetas.Trabajó en la Dirección de Arquitectura de la provincia y al quedar cesanteado durante la dictadura, se desempeñó como jefe del estudio técnico de la empresa Comisa. “Ellos me mandaron a realizar una pasantía a un estudio muy grande de Capital Federal. En ese momento era uno de los estudios top. Uno de sus arquitectos es quien hizo el museo del Estadio Monumental. De cada lugar que estuve fui aprendiendo alguna cosa”, recordó.A su entender, el de las maquetas es una tarea que no se va a acabar por mas que existan las electrónicas. “Es muy distinto. Hace poco miraba una maqueta del arquitecto tucumano Cesar Pelli donde mostraba las Torres Petronas de Kualalumpur (Malasia) que hicieron en su estudio y que son gigantes. En Buenos Aires aprendí que lo mejor que hay es proyectar con maquetas de estudio, volumétricas, con materiales básicos, sobre las que se va estudiando y modificando porque es más fácil y mas económico modificar una maqueta que romper un edificio”, comentó. Hay personas a las que se le presenta un plano en colores, con adornos, detalles, y “te dicen: ¡que hermoso!. Y cuando ven el edificio en la realidad, no se condice. Hay gente que entiende los planos y otra que no, entonces ver la maqueta es lo mas cercano a la realidad”, agregó González, quien se considera como un “detrás de escena de los arquitectos”.Una profesional de la Dirección de Arquitectura lo había bautizado “arquitecto frustrado” porque decía que “yo tenía todo para ser un arquitecto pero no lo era. Me gustaba la arquitectura, proyectar, hacer las maquetas, sin embargo no era arquitecto. Y eso me acompañó toda la vida. Lo que sea miniatura para mi siempre fue lo ideal. Es muy difícil que yo me canse de hacer”. Es un trabajo que lo apasiona, lo seda, lo tranquiliza. En ocasiones, mientras realiza los finos trazos sobre los objetos, tiene la televisión o la radio encendidas. “Me pasó que escuchaba un partido de fútbol y al terminar, no sabía cuales eran los resultados. Me concentro de tal manera en lo que estoy haciendo que es como que entro a un estadio, como que estoy en la luna”, dijo, graficando la manera en que se compenetra en la tarea, que le valió notas de la Red o Globo, ABC color y Diario Catarinense, por citar algunos.Nacido en Concepción de la Sierra y radicado en Posadas desde muy pequeño, explicó que por estos días existe una gran variedad de materiales para desarrollar maquetas como accesorios. Cuando incursionó en el tema “la madera balsa era lo ideal. Ahora normalmente trabajo con PVC espumado que es un material que no se tuerce con ningún tipo de pinturas, como sucede con el cartón. Se puede utilizar cualquier tipo de pegamento y viene en distintos espesores. Para las maquetas monocromáticas es ideal. Vienen de un solo color. Es fácil de cortar. Con los cutter el corte es perfecto, se lija. Es uno de los mejores materiales que hay. Pero se puede trabajar con cartón, con madera balsa, depende quien pida la maqueta”. Lo de los accesorios nació a pedido de Corrales. “Un día vio que hacía estos mueblecitos que las maquetas llevan adentro y me preguntó si podía hacer los accesorios porque los chicos le pedían. A partir de ahí empecé a dedicarme como una tarea paralela a los trabajos que normalmente hago. Estos son elementos individuales para maquetas escolares de primaria. En las escuelas piden maquetas con la plaza, los juegos, la iglesia. Entonces lo compran y solucionan los problemas de esa manera”, narró. Maquetas de arquitectura tiene hechas casi 600. Son de edificios muy conocidos de Posadas, de la costanera, del edificio ubicado en Mitre y Líbano, la escuela de comercio de Aristóbulo del Valle (a pedido del ex gobernador Juan Manuel Bayón) y una carroza para el Centro Paraguayo de Eldorado (un dragón que echaba fuego por la boca), entre otros. Cursos sus estudios en la escuela industrial (cuando se encontraba en Colón 9) y culminó en el Instituto Politécnico "San Arnoldo Janssen", en la primera promoción de maestro mayor de obra.Cumplió un sueñoComo si no fuera poca su actividad, González logró cumplir el sueño del comisionado municipal de facto (1981-1982), Francisco De Giorgi. Confeccionó una maqueta de tres metros y medio por 2,80 que concluyó en tres meses. “Era una pista de trenes eléctricos con tres vías en la que funcionaban tres trenes en simultáneo. Me llamó y me dijo que tenía las pistas y mas o menos marcados los recorridos de los túneles. Quiero que le hagas la vestimenta, la escenografía. Fue un sueño que tenía desde pequeño. Tenía fascinación por los trenes. Su padre le compraba desde chico y él decía algún día voy a tener una maqueta en la que podre hacerlos funcionar. Cuando cumplió los 83 años pude terminarla e instaló en su casa, y cubría un dormitorio. Falleció un año después. Fue una persona admirable”.También se hizo un tiempo para hacer las maquetas de trenes que estuvieron en la bodega de uno de los ferrobarcos, que hoy naufragan en Nemesio Parma. Fue a pedido del arquitecto Narciso Aguilar, quien fuera su compañero de curso y ni podía negar semejante solicitud. “Primero quería las de los dos ferris, le dije que no me dedicaba, pero me respondió: vos tenes paciencia. Hice las dos y me dijo: ahora quiero de trenes. El consiguió el financiamiento e hice 23, una a una”. Fue una exposición que entre sábado y do
mingo juntaba a unas diez mil personas. Llegaron de distintos puntos del mundo y firmaron en un cuaderno que González aún conserva. “Lamentablemente la desidia del gobierno dejó ese proyecto sin efecto. Era un atractivo para la costanera pero se perdió, se destruyó, se abandonó”.Así como el ex intendente pudo cumplir su sueño, el de González “es seguir trabajando en lo mío hasta que pueda. No tengo otro tipo de expectativas. Soy feliz así y con la vida que llevo”.Mejor en serieSus accesorios son comercializados a los alumnos de diversas instituciones. Si bien quienes estudian arquitectura o decoración están en condiciones de hacer estas miniaturas no pueden perder demasiado tiempo. “No se puede hacer un lavatorio, un bidet, para completar el juego. Tengo que tratar de hacer en serie y si no hay herramientas, como una cortadora láser, es muy difícil. Hay cosas que son moldeadas, trabajadas a mano y tengo que trabajar con cutter, trinchetas especiales. Hago una serie de 20. Si estoy muy apurado, 20 juegos de sanitarios me llevan una mañana entera”.En esto se debe tener “mucha precisión y tengo que manejar el tema de las escalas porque así como hay estudiantes de arquitectura, hay arquitectos que compran para ahorrar tiempo. Los chicos de la industrial, por ejemplo, tienen que hacer láminas, estudiar, tareas extras y no pueden dedicarse a esto porque les va a costar mucho. De hecho a mi me costó años”. Asegura que podría comercializar en Buenos Aires, pero que si le piden por 200 y no puede cumplir “sería frustrante”. Para evitar estas situaciones “trabajo con algunas librerías de Posadas, de Córdoba, Rosario, Santa Fe”, contó, al tiempo que lamentó que no hay nadie que lo suceda porque sus hijos Andrea y Juan Carlos “están a punto de recibirse de contadores y no les interesa. Desearía pero no se da y no se le puede obligar”.Recordó que una vez un muchacho le confió que se animaba a trabajar con él. “Trabajó un día y me dijo: no puedo. Es muy estresante. No tiene que tener ningún tipo de dramas, o debe dejarlos de lado. Con los nervios es imposible. Sin embargo si estoy nervioso y me pongo a hacer esto, a los cinco minutos me olvido de los problemas. A mi me relaja pero hay gente a la que la estresa”.Su esposa, Norma, es uno de sus puntales y ayudantes. Se encarga de los accesorios de los accesorios, que serían los arbolitos que se colocan en la plaza, las flores, y su colaboración es muy importante. “Primero me costó un poco, pero con paciencia todo se puede. Pero él es el genio, es el de las manos habilidosas, es innato, es un don que Dios le dio. Soy su ayudante”, acotó la mujer, con la que lleva 40 años.
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