Las imágenes del encuentro del presidente de Estados Unidos Barack Obama con su par Raúl Castro en tierra cubana, que reprodujeron ayer los medios de prensa de todo el mundo, dan cuenta de las expectativas positivas que despierta el inicio de una nueva etapa, basada en el diálogo, en las relaciones bilaterales entre ambos países. Pese a algunas tensiones en el momento en que la prensa preguntó por los detenidos políticos en la isla, el encuentro permitió observar, como dato trascendente, el entendimiento entre los mandatarios de las dos naciones que comienzan a salir de una confrontación de 50 años; período que incluyó picos de alta tensión como la crisis de los misiles soviéticos, durante el gobierno de John F. Kennedy, o el desafortunado episodio de Bahía Cochinos.La visita de Obama a Cuba es un gesto destinado a quedar en la historia y confirma la posibilidad de hacer realidad el acercamiento que los dos presidentes anunciaron en simultáneo, aunque por separado, el 17 de diciembre de 2014; sorprendiendo al mundo. La normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales, es por ahora, salvo algunos avances parciales, un objetivo a alcanzar, ya que aún rige el bloqueo económico, comercial y financiero que inició el gobierno norteamericano en 1962, luego de promulgar la “Ley de Comercio con el enemigo”. Los dos presidentes coincidieron ayer en que aún hay mucho camino que recorrer para la normalización de las relaciones bilaterales, que “no se podrán lograr de la noche a la mañana”, como advirtió el propio Obama. En un plano simbólico, la visita presidencial representa la saludable voluntad de superar definitivamente un enfrentamiento que se prolongó en el tiempo mucho más allá de la alteración del contexto histórico -la Guerra Fría- que lo produjo. En el plano político, o geopolítico, la visita presidencial responde a un nuevo escenario y refleja el interés del país del Norte por recuperar protagonismo al Sur del continente, una posibilidad que es también un desafío.
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