La médica psiquiatra Carolina Cobas estuvo conviviendo con personas de todas las religiones durante un mes en la India. Precisamente viajó al centro del Arte de Vivir, el Ashram en Bangalore, donde vive Raví Shankar o Gurugi, como lo llaman todos amigablemente. “Fueron momentos muy hermosos, emocionantes, me cuesta expresar todo lo que viví. Si bien yo fui a hacer un curso del Arte de Vivir y pensé que iba a estudiar muchísimo, en realidad lo que más hacés es sentir, la práctica de la meditación es la que te lleva a conectar con esas enseñanzas védicas, pues la experiencia es lo único que te acerca a ese conocimiento que todos buscamos. Al final, la esencia es el amor”, cuenta Caro muy emocionada y llena de una paz indescriptible. Su piel es resplandeciente, tiene una sonrisa cálida y amable, que enternece.Cuando a veces te sugieren que si estás frente a una persona con malas energías que no te quite la paz, atráela hacia tí; bueno, Carolina es de las que te llevan a la calma, a esa paz que no querés soltar. Así nos contó que en el Ashram hay habitaciones para compartir y también si deseás estar sola. Ella compartía con otras cuatro mujeres, mientras duró su estadía. Tenían tres comidas diarias, basadas fundamentalmente en el vegetarianismo y dice Caro que es “casi un veganismo a excepción de algunas harinas, pero todo es muy rico, con su plato principal que es el arroz preparado en diferentes formas. Y si deseás podés salir de allí y consumir otros preparados, nada es obligatorio, claro que eso pagás aparte”. Bueno, además de meditar y aprender sobre el conocimiento védico, vivenciando a través de la meditación, Caro contó que “una de las actividades fue visitar otros lugares, estar con la gente y salimos a llevar bendiciones. Fuimos a distintos pueblitos, hasta uno con 800 habitantes, y los ves que son de condición humilde pero ellas están con sus saris, hermosamente vestidas, son todos muy pulcros, no sentís olores feos como en las grandes ciudades de la India. Es muy emocionante porque la gente tiene algo que te penetra y es su mirada. Te miran a los ojos con tanta ternura. Cuando en su dialecto les ofrecés una bendición te honran de tal forma que pensamos: qué los voy a bendecir yo si ellos me bendicen a mí”. Y agrega que a modo de respeto, ella vestía una curta (túnica larga abierta a los costados con una calza o pantalón debajo), porque para ellos es así como visten. Otra cosa a la que no están acostumbrados aunque lo intentan es el contacto entre hombres y mujeres, eso de abrazarnos, para ellos no está bien visto”. La convivencia, compartir con los pobladores, visitar escuelas de educación védica, es un mundo que todavía se mantiene a pesar de que la occidentalización se expanda, para respirar otro aire, para “comer, rezar y amar” como en la película es una alternativa para experimentar. Incluso viviendo desde cada religión algo más profundo. Por Rosanna [email protected]
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