El Gobierno de Mauricio Macri acaba de recibir el primer mensaje fuerte de la Iglesia Católica. Fue a través del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que recientemente denunció mediante un informe un fuerte aumento de la pobreza en el país. Con un Indec todavía devastado por la gestión anterior, el observatorio de la UCA que dirige Agustín Salvia se erige como referente indiscutible de las estadísticas que miden los niveles de pobreza e indigencia en la Argentina. De acuerdo al trabajo en cuestión, casi un tercio del país se encuentra en situación de pobreza, que afecta al 32,6% de la población, y se debe a la devaluación y el ajuste de precios.Si bien la gestión anterior dejó más de diez millones de pobres en el ocaso de su mandato, en apenas tres meses, según la proyección de la Universidad católica, ya son casi 13 millones los pobres y seguramente esta situación no es lo que los obispos argentinos quieren. Muchos menos el papa Francisco, un hombre allegado al rector de la UCA, monseñor Víctor Manuel Fernández, primer presbítero ordenado arzobispo por Bergoglio. La Conferencia Episcopal Argentina tendrá una nueva cumbre en pocos días y seguramente el documento final de los prelados argentinos girará en torno al tema. Entre los muchos conceptos vertidos en el informe de Salvia se señaló que “si al menos en el corto plazo no se logra controlar los aumentos de precios en productos y servicios básicos y reactivarse la demanda de empleo se estará cada vez más lejos de una mejora genuina en la distribución del ingreso y difícilmente podrá revertirse la tendencia ascendente que están registrando las tasas de indigencia y de pobreza urbana”. También que “estamos subregistrando”, porque en la proyección no incluyeron los datos de aumentos de tarifas de servicios domiciliarios y de transporte. El Gobierno no salió a rebatir las cifras y por el contrario adoptó un silencio cómplice, pero deberá dar respuestas en la práctica.
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