En medio de la detención de Lázaro Báez por la investigación de la ruta del dinero K y el escándalo por los “Panamá Papers” que involucran al presidente Mauricio Macri, referentes eclesiásticos cargaron contra la corrupción, a la que el Papa definió como la “gangrena de los pueblo”, y la impunidad que daña la salud de la democracia. Estos y otros casos llevaron a representantes de los credos a manifestar su preocupación por la falta de transparencia en las estructuras del poder del país, donde -advirtieron- el efecto moralizador de las penas parece quedar “desactivado” por el hecho de que nadie pague sus condenas.Escándalos judiciales por corrupción de ayer, hoy y siempre que católicos y cristianos atribuyeron a una crisis ética y de valores morales cada vez más evidente en el país, sobre todo -aunque no en forma exclusiva ni excluyente- entre quienes deben ejercer la función pública. Escenario desvirtuado que exige, según los referentes eclesiásticos, transparencia e independencia del Poder Judicial, condiciones que consideraron claves para la democracia y el orden institucional.“Cuando la impunidad y la justificación ocupan el lugar del deber moral y de la ejemplaridad, el cuerpo social se debilita”. La frase del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, arzobispo José María Arancedo, en su último mensaje pascual, cobró actualidad por estas horas. Obispos y referentes evangélicos consultados por DyN coincidieron en que no se puede cuantificar el grado de los delitos cuando son perpetrados por representantes del pueblo.Por esto consideraron igual de grave que Macri esté imputado por la participación en sociedades offshore en paraísos fiscales, como que Báez –presunto testaferro de los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández- esté imputado y detenido por maniobras fraudulentas vinculadas a la obra pública, entre otros delitos cometidos en la denominada “década ganada” del kirchnerismo. Las cuentas en el exterior no parecen ser un pecado para el mundo empresario, tal como lo explicitó Franco Macri para salvaguardar la figura de su hijo el Presidente, pero la gente de a pie tiene otra lectura y lo considera lisa y llanamente un subterfugio o maniobra para evadir el pago de impuestos, lavar dinero y enriquecerse en forma ilícita.El referente evangélico Marcelo Figueroa, uno de los pocos amigos reconocidos como tales por Jorge Bergoglio, sintetizó sin rodeos la sensación del ciudadano común: “#panamapapers Fondos de origen legal en medios oscuros con fines ilegítimos #Corrupción”, escribió en su cuenta de Twitter. Los obispos católicos son, sin embargo, los que hace años, décadas, vienen denunciando el impacto que la corrupción y la impunidad tiene en la sociedad y cómo la falta de condenas y su cumplimiento carcomen las instituciones democráticas.El obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, destacó esta semana la “triste” actualidad de las declaraciones del fallecido obispo Justo Laguna, quien en 1991 ya decía que los argentinos tenían la sensación de que en el país imperaba la impunidad y la injusticia. Una situación que, según el prelado cordobés, “se ha profundizado”.Otros obispos enumeraron delitos de “guante blanco” que la historia, pero sobre todo la Justicia, los habilitan para hablar de impunidad: Pollos en mal estado, leche en polvo adulterada, sobornos para “comprar” leyes laborales, arreglos no claros entre IBM y el Banco Nación, comprar barato y vender caro terrenos fiscales, un valija con casi 800 millones de dólares escoltada por funcionarios, casos de enriquecimiento ilícito, venta de dólares a futuro y un largo etcétera.
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