Miles de ecuatorianos clamaban por agua, medicinas y comida cuatro días después de que el peor terremoto en casi 70 años los dejara a la deriva tras azotar la costa del país matando a 570 personas.El gobierno de Rafael Correa ha dicho que no se trata de falta de ayuda, sino de fallas en la distribución de las abundantes provisiones y prometió solucionar el problema a la brevedad.Pero mientras tanto, en el pequeño poblado turístico de San Jacinto, a una hora de Manta -la segunda ciudad más golpeada por el sismo- la mayoría se quejaba por la falta de atención."Estamos tratando de sobrevivir, queremos comida", dijo Galo García, un abogado de 65 años, mientras esperaba su turno para recibir agua desde un camión enviado por una autoridad local. "En las tiendas ya no hay nada. Estamos comiendo las verduras que cosechamos".El clamor de García se replicó en casi todo el pueblo cuando se agolparon alrededor de un camión con agua. "Queremos comida, queremos comida", gritaban al unísono.El balneario, de unos 3.000 habitantes, no ha sufrido muertos ni heridos, pero el terremoto de 7,8 que sacudió la costa de Ecuador el sábado destruyó algunas casas y hoteles.A lo largo de los más de 200 kilómetros de litoral afectado las imágenes de destrucción se repetían: sobre calles en las que solían levantarse casas, edificios y hoteles, ahora se apilaban toneladas de escombros y fierros retorcidos.Y, a pesar de la rápida reacción del Gobierno para albergar a más de 24.400 personas en campos de fútbol, coliseos y aeropuertos, el calamitoso estado de las vías dificultaba el traslado de la ayuda que llegaba del exterior sin cesar.Fuente: Medios Digitales
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