El funcionario nacional admitió la crisis en el servicio de Justicia argentino, del que dijo que “se encuentra desfasado” y estancado en prácticas de hace 200 años atrás, y recalcó la voluntad del Gobierno nacional de atacar el problema de fondo encarando el desafío de una modernización de todas las estructuras judiciales; respecto a lo cual aclaró que “no se cuestiona a las personas sino al sistema”. Aunque pasó revista a todas las falencias de arrastre en la Justicia argentina, incluyendo a las demoras inconcebibles en la resolución de los juicios y a la crisis del sistema carcelario, Garavano hizo hincapié, sin embargo, en la relación con la gente como aspecto central que define al plan Justicia 2020.Hoy, explicó el alto funcionario nacional, la Justicia no cuenta con la confianza de la sociedad, como debería ser, y esto impide mejorar el servicio “porque necesitamos romper este círculo vicioso de que la gente no cree en ella y entonces la Justicia es menos independiente. Necesitamos que empiece a funcionar bien para que la gente empiece a creer y se fortalezca la independencia”, insistió el funcionario. En el mismo sentido, adelantó una certera reflexión al enfatizar que el desafío de modernizar el sistema de administración de justicia “no es político, ni judicial, ni académico, el desafío es social”, definición que apunta a generar un debate amplio y participativo que incluya al ciudadano y sus organizaciones y a las provincias, tradicionalmente postergadas en este tipo de decisiones. El tiempo dirá si Justicia 2020 logra sus objetivos, de momento, ubica el problema en su justa dimensión y reabre un debate ineludible.
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