Según un monitoreo estatal y científico, en la mayoría de los patios de los barrios de Puerto Iguazú se encuentran caracoles africanos. Se trata de un gigante invasor, introducido al Continente Americano hace más de 100 años (desde Brasil), que está preocupando bastante porque se expanden y reproducen rápido, y -en un territorio nuevo- no tienen predadores naturales. La incertidumbre que provocan no es menor, actualmente, el invasor está presente en los 26 estados del gigante sudamericano y su erradicación es prácticamente imposible; en Argentina, los expertos creen que a lo sumo se pueden recomendar y tomar medidas preventivas para ejercer un control de su propagación. “El caracol no es tóxico ni venenoso de hecho es comestible. El problema es que puede causar impactos en el área de la biodiversidad, de la agricultura y de la salud. En los dos primeros ítems, este molusco tiene una progenie tan amplia y un apetito tan voraz que no deja alimento a las especies nativas porque compite con los recursos, esto podría ser grave si el caracol africano presente en Iguazú, se traslada al Parque porque podría causar un impacto directo a la biodiversidad. También está demostrado su consumo de té, tabaco y banana, no sería descabellado pensar lo malo de su introducción en las plantaciones industriales de la provincia. En Colombia, por ejemplo, está atacando los cultivos industriales de café y eso causa bastantes dolores de cabeza”, contó a PRIMERA EDICIÓN el doctor en genética, Roberto Vogler, docente de la Unam e investigador del Conicet, presente en todas las intervenciones, desde los primeros registros de su aparición en Misiones en 2010. “El impacto a la salud, ocurre porque el caracol transmite parásitos de interés sanitario que pueden afectar al hombre y a los animales. Su baba puede contener cuatro tipos de parásitos, dos que afectan directamente a la salud humana, uno de ellos produce una enfermedad similar a la Meningitis y, el otro, dolencias a nivel de la zona abdominal. Los restantes parásitos de interés veterinario producen una afección a nivel respiratorio”, dijo a este Diario la licenciada en Bacteriología, Romina Valente, miembro del Cepave-Conicet. “En la actualidad no está presente en Argentina ningún parásito del caracol africano que afecte al hombre; sí lo está en Brasil, entonces es algo de lo cual no hay que preocuparse todavía, aunque sí es importante que se siga haciendo un monitoreo”, señaló Valente al explicar que, este año, todavía está pendiente su visita a la provincia para continuar con los estudios. Particularidades del “ocupante”Tiene una dieta polífoga, se alimentan de casi todo lo que tenga enfrente y también se ha visto que ataca los cultivos comerciales, sea de pequeños horticultores: tomates, lechugas, bananas y también de cultivos industriales por ejemplo tabaco y té. “Eso para una provincia productora como Misiones, si llegara a escaparse hacia la región de los cultivos industriales sería de temer, como por ejemplo en Colombia donde ya se han registrado ataques. Tiene hábitos tropicales pero en la altitud pone a prueba esa amplia capacidad de invernar, si es que encuentra en condiciones muy frías. Bajo calores intensos estiba para no perder su humedad. No tiene problemas en la puna, pese a ser de bajas altitudes, se ha demostrado que sobrevive en los Andes a 2.500 metros sobre el nivel del mar. Además tiene alto potencial productivo”, detalló de su parte el experto en genética de caracoles, Roberto Vogler.Traslado: el factor humanoEl gran inconveniente es que el caracol gigante africano aparece en Corrientes porque fue trasladado de Puerto Iguazú. El caracol originario del este de África no posee hábitos de trasladarse a amplios espacios. Por estar en los 26 estados brasileños, era cuestión de tiempo que apareciera en Misiones. Desde hace seis años prolifera en la zona del hito de las tres fronteras, donde confluyen los ríos Paraná, Iguazú y un arroyito urbano lindante a un populoso barrio. “Siempre se pide que se mantengan los patios limpios y que no haya acumulación de ramas ni hojarasca ya que el caracol necesita esconderse en lugares húmedos y hay que tratar de evitar tener esos sitios”, señaló en otro sentido la licenciada Valente, también al frente de las campañas para su erradicación. Describió Vogler: “Los caracoles nativos ponen tres huevos al año y los africanos tienen capacidad de poner hasta mil. El africano es hermafrodita y tiene la capacidad de almacenar esperma hasta por dos años, con lo cual en ese tiempo puede poner huevos fecundados sin necesidad de un macho. Eso lleva a que si, por ejemplo, se sacó de Iguazú un caracol que tenía esperma almacenado ese solo caracol puede reproducirse sin necesidad de contar con una pareja reproductora y propiciar así una nueva población e invasión”. Sin dudas, reclama ocuparse. Proyecto de leyEl año pasado, en Posadas, hubo una reunión impulsada por la Secretaría de Ambiente de la Nación, a través de la cual se encaran varios proyectos para el control de la plaga que se encuentran presente en Argentina. Dentro de esos proyectos se ha incorporado la temática “Caracol Africano”, no sólo para erradicar la plaga que está preocupando bastante sino también para tomar las medidas preventivas para evitar la dispersión por diferentes medios a otras provincias potencialmente en peligro. “Es una ley necesaria. Me parece bueno que las autoridades se están ocupando”, dijo Valente.
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