Aunque en su interior la decisión estaba tomada, las frases “sabés lo que tenés que hacer”, “sabés cómo tenés que proceder”, sonaron fuerte en el entorno de Pablo Sebastián Alvarez, el estudiante de Derecho, que días atrás encontró seis cheques al portador por un monto cercano a los 200 mil pesos mientras caminaba junto a sus amigos por calles céntricas de la capital misionera. Gracias a los valores que le inculcaron en casa desde pequeño, Álvarez no titubeó. Y recién después de concretar la entrega de los documentos, se permitió sentir la sensación que se experimenta “cuando hacés acciones positivas”.Recordó que el lunes 9 de mayo, a la altura de la calle Buenos Aires casi Sarmiento vio tirados en el piso unos papeles de color celeste, doblados al medio. “Había mucha gente caminando. Mis amigos siguieron de largo y como me resultaron extraños, me agaché y los levanté. Sin conocer aún el contenido y en tono de broma les dije: miren, encontré un cheque. Y cuando abro no era uno sino seis cheques al portador, de 30 mil pesos cada uno, que sumaba 180 mil en total”, relató el joven, para quien la primera reacción fue de “total shock”. Añadió que al ver que tenía el beneficiario en blanco “supe que eso era al portador y que podía cobrar, si quería. Primero fui a la casa de mi papá (Juan Ángel) para contarle lo que me pasó. Me dijo que yo sabía lo que tenía que hacer, qué era lo correcto. Así nada más. Volví a mi casa y hablé con mi abuela (Lidia), que es con la que vivo, y me repitió lo mismo: Pablo, vos sabés cómo tenés que proceder”. Si podía existir alguna duda, todo había quedado más que claro. Lo que hizo fue contactarse con los firmantes del cheque. “Figuraba la socia gerente de una sociedad denominada Bambi Vial SRL. Busqué por Internet, encontré el número de teléfono de la empresa y llamé. En principio la mujer creyó que se trataba de un tipo de broma o estafa porque era extraño que llame de otra provincia y diga que tiene valores firmados por tanto dinero. Luego se dio cuenta que le hablaba de verdad porque los números de serie coincidían con los cheques que ella emitió. Le dije que se quedara tranquila, que los iba a devolver cuanto antes. Suspiró como que le volvió el alma al cuerpo y me agradeció de todo corazón porque sin conocernos le estaba haciendo un favor y ahorrando futuros problemas”, explicó el joven. Le manifestó que había emitido los documentos Buenos Aires con el fin de comprar un vehículo para su flota de colectivos y que “no sabía cómo terminaron en Posadas”. Dar a cada quien lo suyoAlvarez considera que siguió los lineamientos que su conciencia le dictó, que era hacer lo correcto y “no quedarme con lo que no es mío”. Como estudiante avanzado de Derecho “tengo en mente la concepción primitiva de los Romanos sobre la justicia que es no dañar al otro, vivir honestamente y dar a cada quien lo suyo. Y en este caso lo más cercano a dar a cada quien lo suyo, era ubicar al emisor de los cheques”. Después de haber hecho el despacho de los valores y que la mujer le confirmara la recepción, no sin antes reiterar el agradecimiento, la experiencia vivida empezó a circular entre la familia y los amigos, y no tardó en llegar a los medios. “Todos me reconocieron el buen gesto, la buena actuación. Para ser sincero, jamás en la vida tuve tanto dinero en mis manos, y era dinero que, si vamos al caso, mal no me vendría. Con ese monto tranquilamente podría pagar los últimos gastos académicos de la universidad privada a la que asisto, ayudar a mi familia a saldar cuentas o ahorrar para el futuro, pero no me veía tranquilo sabiendo que es un dinero que perdió otra persona, más allá que lo necesitara más o menos que yo. No es algo mío y no puedo quedármelo”, confió. Su mamá, Patricia Sosa; su padre; sus tíos; sus abuelos Juan Pío Sosa y Juan Ángel Alvarez y bisabuelos, “siempre me enseñaron a respetar lo ajeno y a actuar debidamente en todos los aspectos de la vida. Me enseñaron a vivir con la honorabilidad con la que tiene que manejarse un hombre”, aseguró. Aclaró que siempre se jactó del grupo al que llama “verdaderamente amigos, que son quienes comparten mis valores. Y más allá de las bromas que surgieron en el momento, de decir: che podemos hacer esto o lo otro, todos sabían qué era lo que tenía que hacer en el fondo”.“Me gusta la política y siempre digo que la ciudadanía no tiene que demandar tanto a la dirigencia que haga las cosas bien, con honestidad, sino que empezar por uno. Es que a partir de uno empiezan los cambios y empieza a construirse lo que uno quiere, la república, la sociedad más justa, y una clase política que responda a la gente y no a sus intereses”, reflexionó el joven, distendido y feliz por la decisión tomada.
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