En 1956 Hans Selye publicó sus investigaciones sobre el stress (fatiga de material) en los organismos vivos -animales y humanos. Desde entonces venimos leyendo que, ante una situación de peligro, actúan las glándulas suprarrenales y el sistema nervioso simpático, produciéndose la secreción de adrenalina que activa el mecanismo de alarma y el impulso de lucha o escape.Más tarde, en 1976, los psicólogos Cox & Mackay definieron el estrés como “un fenómeno perceptual de la comparación entre la demanda impuesta a una persona y su capacidad para hacerle frente”, destacando su naturaleza subjetiva y su dimensión psicológica -como explica Rosemary Paine en su Guía de Técnicas de Relajación.Sumando los aspectos fisiológicos considerados por Selye con los psicológicos de Cox & Mackay, más todos los estudios posteriores, observamos que el estrés ofrece síntomas psicofisiológicos y conductuales que pueden llegar a producir enfermedades diversas cuando no pueden ponerse en marcha los mecanismos de adaptación. En tal sentido, las Profesoras Alicia López Isnardi y Verónica Belloli, en su muy completa obra YOGA: UN CAMINO PARA LA SALUD, refieren que en nuestro tiempo vivimos con muchas formas de estrés como las relaciones de trabajo insatisfactorias, la competitividad y la presión para acabar tareas a tiempo, que nos afectan tanto como el permanecer sentados o de pie en un solo sitio con poquísimos movimientos expansivos o los ruidos desagradables constantes. Otros factores frecuentes de estrés son el desempleo y las presiones financieras, la pérdida de un ser querido o una ruptura de relaciones.En la web, Medline Plus enciclopedia médica se refiere al estrés como tensión física y emocional ocasionada por situaciones o pensamientos y como reacción del cuerpo a un desafío o demanda. Y añade que el estrés es positivo cuando ayuda a evitar un peligro o cumplir un compromiso, pero si se prolonga en el tiempo puede dañar la salud. Así, la ansiedad es el estrés que continúa después de que el factor estresante ha desaparecido. Además, en el estrés crónico el cuerpo se mantiene alerta -incluso cuando no hay motivo-. Y cuando el enojo, la aflicción, la frustración, el cansancio aumentan, van apareciendo problemas de salud como presión sanguínea alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión, afecciones en la piel y varios más. Vemos entonces que muchos síntomas físicos y emocionales pueden deberse al estrés, tal vez sin que nos percatemos de que es el factor causante.Estas dolencias deberán ser tratadas por profesionales de la salud quienes, en gran parte de los casos, recomiendan recurrir complementariamente a técnicas de relajación. Y estas técnicas forman parte de la práctica del Yoga, porque en esta disciplina milenaria cuerpo y mente se conciben como una unidad. El tema no está agotado. En próximas notas abordaremos los efectos de nuestra disciplina en las personas afectadas por estados de estrés, en la colchoneta, en el ahora. Namasté. Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]
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