Señora Directora: Hubo y hay comentaristas de televisión, sea en Discovery, National Geographic o Encuentro que hablan de animales “salvajes”, cuando todo animal no domesticado y que aún vive en libertad es silvestre. Salvaje fueron los humanos de antes que recurrían a cualquier método por sanguinario que fuera, no sólo para alimentarse sino por el solo placer de matar. Se consideraban “cazadores”.Centenares o, quizás, miles de ellos fueron al continente africano con las armas más modernas de su época para matar cuanto animal silvestre pasó o posó delante de sus miras y luego, más recientemente, posar para la foto con un pie sobre el indefenso cuerpo inerme. Algunos cortaban las cabezas de sus víctimas para embalsamarlas y exhibirlos en sus salones, para después ufanarse entre sus amigos de que conocer África es toda una aventura.Otra particularidad: durante los años de mi actividad como viajante conocía varios sujetos que me comentaban que los sábados después del almuerzo tomaban su rifle, se iban al monte caminando y apuntaban hasta a una mariposa. A todos les hice la misma pregunta: ¿cuál es el placer de matar por matar? Y todos me contestaban casi lo mismo: “No es por matar, sino uno se distrae y se relaja de todos los problemas que se van presentando durante la semana”; “bichos hay de sobra, así que no se preocupe por su extinción”.Estabas –y, quizás, aún existen- los que se iban los sábados al monte, tenían o tienen sus lugares con su “espera” u “horqueta” donde en el piso dejaban o dejan alguna carnada para que el animal se quedaba quieto para comer y así podían apuntar mejor. Aquí tango que hacer una aclaración: quienes iban para cazar un venado, apuntaban a la cabeza; los que sólo iban a matar, apuntaban al bulto y ese animal herido moría después de una dolorosa agonía, se desangraba interiormente.¿Algún derecho para proceder así? ¡Absolutamente ninguno!No, por cierto, existen ciertos investigadores que dicen que estudian de qué y cómo viven ciertos animales, como cocodrilos, caimanes y yacarés. También en Discovery o National Geographic muestran con cuanta crueldad atrapan a cada ejemplar.Cuántos laboratorios medicinales se han enriquecido haciendo ensayos con animales como conejos, ratas, perros, gatos, ranas, etc., torturándolos sin ningún tipo de anestesia. Muchos sostenemos que se maltrata a los animales porque ellos no saben hablar y, por ende, no tienen a quien quejarse. Pero, paradójicamente, dentro de la especie humana existen, entre muchos delitos, la “violencia de género”.
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