Todos los años por estas fechas el mundo entero está pendiente de la flor y nata británica que se reúne en torno a la reina Isabel en el hipódromo. La monarca apuesta siempre por sombreros discretos, pero otras invitadas se decantan por modelos más creativos. Ascot es la fiesta de los sombreros, más allá del hipódromo, los caballos y las carreras.Las carreras de Ascot cumplen más de 300 años de vida y es una de las más conocidas alrededor del mundo, no solo por su majestuosidad, sino también por la moda.El Royal Ascot dura cinco días. Allí no solo se hacen apuestas sobre el caballo ganador, sino también sobre qué color utilizará la Reina en su sombrero.El hipódromo, fundado en 1711 por la reina Anne, es un símbolo de esplendor, moda y tradiciones. Además de ser un evento de las elites, marca el inicio de la temporada de verano, en la que se incluyen otros eventos como la Henley Royal -regata de remo- y el campeonato de tenis Wimbledon. Es el inicio de una época en la que la gente se reúne, sale con amigos, y es el momento ideal para disfrazarse y disfrutar de las carreras. Ascot se encuentra en el campo inglés, a pocos kilómetros del castillo de Windsor, y es aún propiedad de la Corona, por lo que es una fiesta íntimamente ligada con la monarquía.La Reina llega en carro tirado por caballos, en ocasiones presenta los premios, y es una ferviente admiradora de los caballos, ya que lleva asistiendo a las carreras desde antes de comenzar su mandato en el año 1952.Los sombreros también tienen sus comienzos en la familia real: en un principio, no se consideraba respetuoso tener la cabeza descubierta frente a un monarca. Hoy en día, Ascot es una de las pocas celebraciones sociales que obligan a llevar sombrero, por lo que es un momento en que las mujeres aprovechan y dejan ver sus mejores galas.Plumas, perlas, bordados y hasta envoltorios de chocolate son utilizados para hacer estas obras de la moda y en cierta forma de la arquitectura que se exhiben en el llamado Día de las Señoras.
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