Durante siete años tapó el sufrimiento que le provocaba a su hijastra con violencia, maltrato generalizado y amenazas de muerte constantes, ya no sólo a la niña sino además, extendido a todo su entorno familiar.Cuando la menor cumplió 14 años rompió el silencio y le relató el calvario a su madre, los reiterados abusos sexuales desde que era una nena en segundo grado y la pesada carga de callar por temor a que sus hermanos fueran asesinados.En juicio abreviado, el albañil y electricista de 42 años nacido en San Pedro reconoció su culpa ante el Tribunal Penal 1 de Posadas y lo condenaron a nueve años de prisión por el delito de “ abuso sexual con acceso carnal, agravado por la calidad de guardador” de la víctima.Los jueces Martín Errecaborde, Eduardo D’Orsaneo y Ángel Dejesús Cardozo, homologaron hace pocos días la sentencia ofrecida por la fiscal Liliana Mabel Picazo.Alvez formó pareja y se estableció en un barrio del sur de Posadas. Su concubina ya era madre de seis hijos, la menor entonces de dos años y quien conoció el horror en carne propia.De acuerdo al relato de la víctima en cámara Gesell, a los siete años Alvez comenzó con los ultrajes sexuales. La obligó a los más perversos y aberrantes actos sexuales, pero también la forzó a callarlos, a no abrir la boca porque nadie le creería o en el caso extremo, acabaría con la familia.“Si contás algo, los voy a matar a todos, a tus hermanos a tu madre y a vos”, fue la amenaza repetida hasta que cumplió 14 años.Un año antes la forzó a mantener relaciones sexuales, la violaba en cuanta oportunidad le parecía propicia, y a medida que sus cinco jóvenes hermanos decidían irse de la casa, cansados del maltrato de Alvez con su madre y del imperio de la violencia como estrategia para mantener el poder.Los vecinos fueron testigos de los gritos y golpes con que el acusado dominaba a su familia. Y estos testimonios fueron tenidos en cuenta en el expediente contra el encartado y resultarían determinantes en un debate oral.Lo describieron como un hombre cruel que se imponía por la fuerza física y los gritos impiadosos hacia su pareja y a los niños.La víctima de los abusos estalló cuando Alvez se ausentó, presuntamente por trabajo, durante varios días. Allí la adolescente buscó a su madre y le suplicó que acabara la violencia, que escaparan de allí porque los siete años de violencia sexual se tornaron insostenibles de seguir callando.Le narró a su progenitora todo, hasta el menor detalle, lo tenía todo grabado en su memoria y no ofreció alternativa salvo la de recurrir a la Policía y a la Justicia.Fue detenido el sospechoso, se recolectaron las pruebas suficientes y la fiscal de Instrucción 3, Adriana Marcela Herbociani elevó el caso a debate oral que recayó en el Tribunal Penal 1 de calle La Rioja 470.Pero Juan Carlos Alvez prefirió no sentarse en el banquillo de los acusados frente a un tribunal, admitió su culpa, la de haber cometido un aberrante delito que le podría costar hasta quince años de prisión efectiva, como fija el artículo 119 del Código Penal.Conforme el asesoramiento de su defensor oficial, aceptó y firmó una condena a nueve años de cárcel ofrecida por la fiscal Picazo.
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