Las advertencias de un conocido comerciante posadeño, que ya cerró dos locales por la crisis, pero que promueve el diálogo con el Gobierno provincial como alternativa a medidas más drásticas, tales como el corte del Puente Roque González de Santa Cruz; definen la realidad que se vive en un sector en el que pegó con fuerza la caída del consumo.Los reclamos de los comerciantes, que se presentaron como autoconvocados, tomando distancia de la Cámara que los agrupa, o al menos diferenciándose en los hechos; apuntan en especial a la fuerte presión fiscal, una característica de las políticas de los últimos años en tierra misionera que resulta altamente distorsiva cuando -como en este momento-se enfrenta una fuerte caída de la demanda.En la capital provincial, y el cuadro se repite en la mayoría de las ciudades de la provincia, los efectos de la caída del consumo provocada por las medidas de ajuste, u otros factores como la devaluación, que deprimieron la capacidad de compra del salario; corre pareja con la presión de la transferencia de recursos a ciudades limítrofes, también un efecto de la variación del tipo de cambio. La situación, según afirman fuentes del comercio; puede derivar en una ola de despidos, perspectiva que llama a unificar criterios y acciones entre los sectores público y privado para ponerle el hombro a la crisis en beneficio del conjunto; ya que la pérdida de empleo en el comercio tiene, indefectiblemente, un costo social que no el lícito minimizar. Las señales que dan los comerciantes, en este escenario, trascienden la interpretación sectorial y hasta política, y convocan a un replanteo en diversos frentes. Al Gobierno provincial le corresponde, qué duda cabe, revisar sus políticas en materia tributaria; flexibilizando el tono recaudatorio predominante. Permitiendo así que se puedan conservar niveles de empleo dignos y socialmente aceptables. No hay excusas, a su vez, para que la Nación demore las prometidas políticas diferenciadas que exigen las zonas de frontera.
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