Un prestamista de 37 años denunció este viernes ante las autoridades que desconocidos forzaron la puerta de su departamento y se llevaron alrededor de 300 mil pesos en efectivo. El episodio habría sucedido en el corazón del microcentro de la capital provincial, según se informó.PRIMERA?EDICIÓN pudo saber que el hecho fue descubierto por la propia víctima alrededor de las 10 del viernes, en momentos en que regresaba al departamento en el que habita, emplazado sobre calle Bolívar, entre Colón y San Lorenzo, uno de los sectores más transitados de Posadas.Siempre al decir del denunciante, al arribar al lugar se percató de que la puerta del departamento, de metal, había sido violentado.Enseguida ingresó y descubrió con indignación que malvivientes aún no identificados se habían alzado con alrededor de 300 mil pesos que serían producto de su labor diaria como “prestamista” informal. Ese dinero aparentemente se encontraba guardado en el cajón de un mueble.Ante tal situación, la víctima rápidamente alertó del episodio a la Policía provincial. Enseguida arribaron a la escena efectivos de la Dirección de Criminalística, quienes peritaron el área y -en principio- no habrían encontrado huellas de los autores del hecho, cuestión que desvela a los detectives y que podrían indicar, por ejemplo, que los malandras utilizaron guantes.No obstante eso, los investigadores de la Unidad Regional?I y de la Dirección de Investigaciones y Delitos Complejos tienen la esperanza de encontrar rastros de los ladrones en las numerosas cámaras de seguridad -privadas y públicas- instaladas en las inmediaciones. Era por eso que ayer analizaban esas grabaciones. Hasta anoche no había novedades al respecto.Efectivos de la comisaría seccional Primera instruyen una causa por el hecho, que lleva adelante el magistrado Marcelo Cardozo, titular del Juzgado de Instrucción 1 de la Primera Circunscripción Judicial, con asiento en Posadas.Los investigadores no descartan ninguna hipótesis por estas horas, pero apuntan a un profundo trabajo de inteligencia, ya que suponen que los autores conocían los movimientos de la víctima y sabían a ciencia cierta el monto que guardaba en el departamento donde vivía y también atendía a sus clientes.
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