Un Citroën 3CV de 1974 completamente estampado en la parte trasera con calcos de los países y ciudades visitadas es el testimonio material de un viaje por América que ya lleva 5 años. Lo realizan Facundo Properzi (35) y Micaela Bedano (32), una audaz pareja que se animó a la odisea para conocer la América mestiza en auto, y que ahora, a 60 meses de la partida, están casi al final del recorrido.El viernes último volvieron a poner un pie en el país, ingresando a Misiones por San Antonio desde la frontera con Brasil. El recorrido concluye en Río Cuarto (Córdoba) pero antes queda un circuito de parques nacionales y amigos por visitar.Por el momento, la pareja planea una breve estancia en esta ciudad, donde tienen que reparar el vehículo que los llevó en estos cinco años por Los Andes, Bolivia, Perú, toda la zona de montaña de Venezuela y también la gran Sabana. El autito, aunque noble, porque se bancó la odisea, sufrió bastantes golpes y hay que ver la caja de cambios y el motor.Para empezar a contar el viaje, los dos vuelven el tiempo 6 años, cuando la idea empezó a germinar.Contó Facundo: “En ese momento en que ya estábamos terminando los estudios universitarios nos empezamos a plantear el viaje. Desde que nos conocimos compartíamos pequeños viajes, que cada vez se hacían más largos. Algunos a dedo y otros en moto. No fue algo repentino, siempre nos dijimos que sería hermoso cumplir el sueño de hacer un largo viaje por América Latina, o por México.“El interés siempre fue conocer la América mestiza. Al principio pensamos irnos en moto a hacer la ruta 40 (realizada por el Che Guevara), pero era un peligro y no quisimos. Pensamos en un vehículo que estuviera a nuestro alcance porque no teníamos dinero y ahí salió el “citro” porque es un coche económico y súper noble, además de esa fama de que lo atas con un alambre y seguís el viaje. Unos argentinos que se fueron hasta Alaska -en un auto igual- nos animó”, explicó el joven tras a su arribo en esta ciudad. Micaela agregó : “Este auto tiene una gran historia y la queremos contar, si es posible el sábado y domingo vamos a estar en la costanera con nuestras postales en una citroferia”, explicó. Para poder subsistir, la pareja realiza postales que entrega a colaboración, libritos sobre historia y filosofía de Latinoamérica, realizan artesanías y trabajo voluntario en distintos ámbitos. Este viaje nos enseñó a estar dispuestos para ir realizando todo aquello que nos sirviera para juntar un dinerito y seguir”.Hasta le fecha, estos citroneros viajaron 80 mil kilómetros, estuvieron en 16 países, repartidos entre Sudamérica y Centroamérica.“Nos quedaron pendientes las Guyanas, Uruguay y Chile, nuestros vecinos, ya lo iremos pensando después. Es nuestra clave de viajeros, nos adaptamos”, rieron. Cerrar el círculoLos chicos contaron que así como todo comienza también es necesario cerrar el círculo. “Este ha sido muy grande, con cosas maravillosas, pero está llegando el momento de cerrarlo para abrir los brazos a lo que se viene. Ya queremos volver a la familia, ahí donde empezó todo”.“El viaje nos abrió la cabeza de una forma cuando estábamos en nuestra burbuja, no nos dábamos cuenta. Nos traemos el alma y la mente llena. Las experiencias nos han sacado de las estructuras y tenemos una visión distinta de todo. Fue un aprendizaje”, dijo Micaela.
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