La habilitación de esta suba del 10% en favor de las empresas del sector resulta, por lo menos, distorsiva en un momento en que, en paralelo, el Gobierno nacional intenta evitar una recomposición salarial negándose por principio a los pedidos de reapertura de las negociaciones paritarias.El incremento deviene así en evidencia de que la vara con que se miden las necesidades no es la misma cuando se trata de los intereses de grandes empresas, o del propio Gobierno, y cuando el necesitado es el ciudadano común; a quien en este caso se lo obliga a ponerle el hombro al ajuste en el sector de combustibles en el momento menos indicado.El 10% de incremento que se aplicaría hoy en los precios de todas las naftas representa la quinta suba de las naftas en lo que va del año y responde a un calendario progresivo tempranamente elaborado desde el Ministerio de Energía y?Minería de la Nación, tendiente a alcanzar un precio acorde a la realidad del mercado.El antecedente del inconsulto tarifazo que generó una controversia de proporciones por los excesos en las facturaciones de luz y gas, recuerda que en la planificación de estas subas no se aborda con rigurosidad el análisis de los efectos en las economías familiares en su interacción con otras variables que inciden en el costo de vida, entre ellas la inflación, el retraso salarial en muchos casos y los problemas de empleo crecientes. Si en el país, con la economía en recesión, el aumento es inoportuno, lo es doblemente en Misiones, donde profundizará los efectos negativos de las asimetrías comerciales con países vecinos, una realidad de la frontera que no se debería minimizar desde el poder central.
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