Hoy, 1 de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. En el marco de esta celebración tan importante que vivimos como Iglesia, les propongo que reflexionemos sobre la transcendencia de la vida, y el llamado a la santidad que hemos recibido como cristianos desde nuestro bautismo.Vivimos en una sociedad secular que otorga poca importancia a lo espiritual y las cosas de Dios. A menudo se destaca la importancia de “vivir el hoy y el ahora”. Es común escuchar decir a las personas que “no practico la fe y no soy santo…”. Claro está que no somos santos, pero sí estamos llamados a la santidad.Como Iglesia hace poco hemos celebrado con alegría, la canonización del Santo Cura Brochero y Santa Madre Teresa de Calcuta. Esta aclamación nos recuerda que la santidad es una gracia que hemos de aspirar todos. Es un camino cercano y ha de ser el empeño de todo los bautizados.El día de todos los santos, es una gran oportunidad para renovar nuestra fe en Dios, agradecerle el testimonio de tantas personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios, y que por su esfuerzo y la gracia Divina son proclamados como ejemplos de seguimiento de Cristo, para el resto de los cristianos.Es un buen día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos, hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra, lo siguen deseando en la visión beatifica, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo, de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.Este día que ha instituido la Iglesia, es una invitación para alabar y agradecer a Dios por todas aquellas personas que han sido fieles a Cristo en su vida, de manera silenciosa y los queremos honrar como Iglesia. Este día, unido al día de todos los difuntos, nos invita a recordar con cariño y amor a nuestros seres queridos que nos han precedido y nos dejaron su ejemplo para nuestro caminar en la fe. Los santos son nuestros intercesores en el Cielo. Nos ayudan a mantener la comunión con Dios y con un sentido de transcendencia que nos recuerda del gran hogar que todos tenemos en el cielo. Es nuestra meta final y merece ser celebrado.Ha de alentarnos a imitar a los Santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.Es transcendental, en este día tan importante para toda la Iglesia, detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los Santos, es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios ha querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre, pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.Celebremos con gozo este día, y pidámosle a Dios Nuestro Señor nos conceda disfrutar en esta tierra de la protección de sus santos y que un día nos conceda estar con ellos para glorificarlo en su eternidad. Que Santa María Reina de los santos, nos conceda la alegría de servir con humildad a Dios en esta tierra, para verle y gozarle en la vida eterna.
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