Oficialmente, el Año Santo de la Divina Misericordia, que se inició el 8 de diciembre de 2015 con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, concluirá el 20 de noviembre con la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Ante interrogantes que surgieron por esta clausura y la imposibilidad de muchos fieles de recibir la indulgencia, el sacerdote Alberto Barros aseguró que el Año de la Misericordia pretendió ser un signo, un símbolo, pero que “ni Dios comenzó a ser misericordioso cuando empezó el Año de la Misericordia ni Dios termina de serlo cuando termina este año, en absoluto”.Explicó que cuando el papa Francisco hizo la apertura, pretendía que todo el mundo, “particularmente los que nos decimos cristianos, redescubramos lo más verdadero y profundo del mensaje de Jesús que es el habernos mostrado a un Dios rico en misericordia, que tiene una misericordia infinita, gratuita, sin límites, del Padre que perdona siempre, que no se cansa de hacerlo. Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”. El propósito era que “sabiéndonos beneficiados por esa misericordia infinita de Dios, sepamos ser misericordiosos con los hermanos. Y misericordia significa tener el corazón cerca del que sufre. Si Dios nos ama tanto, a imitación de Jesús, los cristianos terminemos este año con un compromiso mayor de ser misericordiosos con los pobres, enfermos, presos, sin techo, con los que tienen hambre, con los que les falta el vestido adecuado, los que están tristes, angustiados. Ese es el objetivo y eso es lo que se intentó trabajar durante el año, que concluye, pero de ninguna manera se termina la misericordia ni el compromiso de ser misericordiosos”. En lo personal Barros admitió que no quedó satisfecho por la manera en que se cerró el Año de la Misericordia en la Diócesis de Posadas. Dijo que el obispo decidió realizar la clausura formal el domingo 20, con la misa en el Centro de Espiritualidad de Loreto. Pero a su entender, “se insistió en un elemento absolutamente secundario e intrascendente, que es haber fomentado el tema de las indulgencias, que es una doctrina propia de la Edad Media, que no tiene sustento bíblico. Vi personas angustiadas, ansiosas, desesperadas, por ir a recibir el sacramento de la reconciliación, como que el mensaje fue se cierra el Año de la Misericordia, la Puerta de la Misericordia, y mucha gente interpretó que si Dios no te perdonaba ahora, no te perdonará nunca”. Insistió con que el fin de semana observó a feligreses angustiados, mal, “como que se les terminaba la posibilidad de ser perdonadas si no se acercaban al sacramento antes del domingo, que es la fecha oficial de cierre en todo el mundo. Para mí no fue lo mejor. Lo que tendríamos que haber hecho es cerrar el año mostrando al pueblo de Dios la alegría que significa ser perdonados por Él. Quizás a veces manejamos mal los términos, los conceptos o por ahí no terminamos de expresar bien lo que Jesús nos enseñó en el Evangelio”.
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