“El tipo de lesión que sufrió este chico es mortal, llegó con vida al hospital porque tenía 17 años, su corazón era muy joven”, aseguró José Luis Portillo, exjefe del servicio de emergencia del hospital Madariaga, el primero de los testigos en declarar el martes, durante la séptima jornada de debate por la muerte de Guido Martín Kachuk en el Palacio de Justicia.Portillo destacó que el médico acusado de “homicidio culposo”, Manuel Ignacio Ibarra, actuó de manera correcta y gracias “a la reanimación que le practicó (al adolescente) le dio chances, lo sacó del paro cardiorrespiratorio y se lo pudo operar”. También aseguró que la lesión era “muy grave, cuando la arteria aorta se rompe, se muere, se mata (…) El 98 por ciento de estos casos termina en deceso porque por la aorta corren 250 centímetros cúbicos de sangre por minuto”.También como testigo de parte de la defensa del galeno Ibarra, luego de Portillo fue turno del traumatólogo y destacado tirador práctico, Juan Andrés Milano. Ante los jueces Eduardo D’Orsaneo, Martín Errecaborde y Ángel Dejesús Cardozo, aseguró que “una munición 22 produce más muertes que los demás calibres. Es una bala a la que se la llama ‘la viborita’ porque posee dos movimientos: de traslación y rotación de acuerdo a las estrías del cañón del arma. Dentro del cuerpo puede hacer cualquier recorrido, posee mucha capacidad de lesionar”. Sobre este punto y, según el análisis que realizó al informe de autopsia, sostuvo que “el orificio de entrada fue de tres milímetros”, difícil de percibir “porque no produjo sangrado exterior”.Milano lanzó en la sala de debate, dos de las afirmaciones más favorables, en cuanto a defender la inocencia de Ibarra y destacar su presunta idoneidad para la función que ocupaba el 22 de febrero de 2011 cuando Guido Kachuk llegó en brazos de su padre al hospital Madariaga: “El proceso de reanimación de un paro dura entre 30 y 40 minutos” y “pienso que este chico desde el momento que ingresó al shock room ya no tenía más chances de sobrevida, la lesión era fatal”.También aportado como testigo por la defensa, se presentó ante el Tribunal otro médico, Miguel Ángel Faraudo, coordinador de emergencias de un servicio de salud privada de Posadas. Insistió en que la herida de Kachuk dañó tres arterias clave: “aorta, ilíaca y renal, son mortales”. Pero también admitió que si el joven estaba en shock por una intoxicación con alcohol “el aliento debía percibirse, se debía sentir”.Aldo González Krieger, el cuarto de los testigos de parte solicitado por Ibarra, sobre este último punto manifestó: “La intoxicación con alcohol o drogas no produce un shock sostenido de hipotensión”.Griselda Raquel López fue una de las enfermeras que asistió a Guido Kachuk en el shock room 1. Su citación fue solicitada luego que su excompañera, Rosana Frutos -señalara el jueves pasado- que ella había tomado la ropa y demás pertenencias de Kachuk para entregarlas. López afirmó que al paciente “se le cortó la remera para colocarle una vía central, luego se le sacó el pantalón, una zapatilla y la cadenita, se colocó todo en una bolsa y se la entregué a un familiar”, del que no pudo recordar precisiones, sólo que “era un varón”.Negó al igual que Frutos, que se atara al paciente para asistirlo y en cuanto a los medicamentos que se le suministraron, sostuvo que para sacarlo del “paro se le colocó adrenalina”, droga que no habría sido consignada en la historia clínica. También respondió que en los sectores de “shock room hay pizarrones”, detalle coincidente con el testimonio de Jorge Kachuk, padre de la víctima, quien declaró que Ibarra le insistió en que Guido estaba intoxicado por beber la “jarra loca” -mezcla de alcohol y ansiolíticos- y hasta se la habría dibujado en una pizarra en la misma zona del hospital.“Quería la chance para mi hijo”“Todos los médicos dijeron que Guido tenía una chance de sobrevivir, y la verdad que esa chance es la que yo quería para mi hijo. Ellos mismos la pedirían para sus hijos si les toca una situación similar”. Fue el resumen que Jorge Kachuk realizó ayer a PRIMERA EDICIÓN tras finalizar la última jornada de testimoniales en el Palacio de Justicia.Sobre la declaración de los testigos de parte aportados por los defensores de Ibarra, sostuvo: “Esto fue médicos en defensa de los médicos. Yo no lo soy, pero veo que hay cosas que no se escribieron en la historia clínica que para mí debían haber estado escritas. Yo siempre hablé de lo que vi, traté de salvar a mi hijo, lo levanté y trasladé porque no soy médico para revisarlo, hubiera perdido tiempo. Como papá de Guido lo único que busqué fue que le salvaran la vida”.
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