Aníbal Romero (53) y Norma Cáceres (47) sufren la extraña experiencia de vivir en dos universos paralelos. El primero es el que los lleva todos los días al trabajo, a la casa, a los afectos cotidianos. En ese mundo, Aníbal y Norma son una pareja más entre tantas otras.Sin embargo, en ese segundo universo que los atraviesa, marido y mujer permanecen suspendidos en el tiempo, en una fecha exacta, en un día en el que todo se detuvo. En ese universo, el calendario siempre marca el jueves 4 de enero de 2007.Aníbal y Norma son prisioneros del tiempo. Quedaron encerrados desde el momento en que sonó el teléfono y recibieron la noticia: Fabián (18), su hijo, había desaparecido en las aguas del Paraná mientras navegaba junto a su amigo Luciano Barbieri (19) a bordo de una piragua.Cinco años después, los padres del joven siguen esperando por noticias. Es que ni su hijo ni rastros de él aparecieron desde entonces. PRIMERA EDICIÓN se reunió con Aníbal y Norma para conocer la realidad de la familia, que sigue sufriendo después de media década sin novedades.Cinco años sin noticias Norma vio a su hijo por última vez algunos días antes de que partiera junto a un grupo de amigos a Rincón Ombú Chico. A Fabián le gustaba navegar el Paraná y no era la primera vez que visitaría las costas correntinas. No estaba en los planes de nadie que esa se transforme en la última.En el paraje de la provincia vecina, Fabián se subió a una piragua junto a Luciano Barbieri (19), su amigo. Juntos, como lo hacían cotidianamente, emprendieron una nueva aventura por el lago Yacyretá.Los jóvenes partieron de Ombú Chico alrededor de las 17 del 4 de enero de 2007 en dirección a Ituzaingó, pero nunca regresaron. “Nosotros estábamos en casa y cerca de las 22.40 sonó el teléfono. Ahí, un amigo de Fabián nos avisó que los chicos no habían vuelto”, cuenta en el patio de su casa Norma, sin esconder el sufrimiento que todavía la agobia.Desesperados, la madre y su esposo partieron rumbo al lugar junto a los padres de Barbieri. Llegaron minutos después de la medianoche y se encontraron con la dicotomía entre la paz del río y la desesperación de la gente. “Los chicos dieron aviso a Prefectura alrededor de la 20, pero increíblemente la lancha del destacamento no funcionaba, así que hubo que esperar la colaboración del presidente de un club náutico de la zona. La búsqueda comenzó recién cerca de las 23.30”, recuerda todavía con algo de impotencia la mujer.El rastrillaje del Paraná duró días y días. En la primera semana, un equipo de búsqueda halló la piragua, un par de ojotas y el chaleco salvavidas que llevaba Luciano. Pero de los remeros, ni rastros.Alrededor de las 15.30 del martes 13 de febrero de 2007, a cuarenta días de la desaparición, un grupo de rescatistas divisó restos óseos cerca de una zona de obras de la represa hidroeléctrica. Las pericias comprobaron en las horas siguientes que se trataba de Luciano. Pese al dolor, la familia Barbieri ya podía darle sepultura al muchacho.Ese hallazgo motivó a los Romero, que no bajaron los brazos y continuaron buscando por toda la zona, con colaboración de amigos y baqueanos.Pero los días comenzaron a correr de nuevo y el tiempo se transformó en enemigo. En mayo, cinco meses después, las autoridades decidieron suspender los trabajos. Fabián nunca apareció.“De mi hijo no encontramos nada, ni siquiera una ojota. Eso es lo que duele, nuestra mayor tristeza. Simplemente desapareció y bueno, eslo que nos tocó”, se resignan Norma y Aníbal, en una reflexión que conmueve de sólo escucharla.Aunque la versión oficial siempre habló de un accidente náutico, las familias recibieron una y otra vez comentarios sobre una hipótesis que hoy todavía no desechan: la pista del contrabando.“En su momento se dijo de todo. Pero en estos cinco años que pasaron, no hay persona que recuerde el caso y que no diga lo mismo que nos repitieron una y otra vez personas que pertenecieron a fuerzas de seguridad y que trabajaron en la zona”. ¿A qué se refiere Norma? A que los chicos “lastimosamente pudieron haber visto algo que no debían, que estuvieron en el lugar equivocado y en el momento equivocado”.Al respecto, Aníbal afirma que la investigación del caso, en manos del Juzgado de Instrucción 1 de Ituzaingó, “está como el primer día”, es decir, sin avances, y tampoco hay respuestas sobre una solicitud de presunción de fallecimiento por ausencia ante la Justicia, tramitada desde 2008.Más allá de todo, cinco años sin noticias transforman la ansiedad del principio en una lenta agonía del alma. A la resignación lógica después de tanto tiempo le subyace una profunda decepción que cae pesadamente sobre las espaldas de la familia. “Vivimos ‘sobreviviendo’, como la canción de Víctor Heredia. Es demasiada angustia. Sólo sobrevivimos gracias al apoyo de la gente, de los amigos de Fabián, que nunca se separaron”, reconocen.Sumidos en esos universos paralelos que aprietan desde adentro, los Romero tratan de seguir adelante. No saben qué fue de su hijo ni dónde está. Aunque son conscientes de las probabilidades, la esperanza y el amor de madre de Norma la ilusionan con un milagro del que no se despega: “Lastimosamente, no existe ‘duelo ideal’ si no ves a tu ser amado. Y eso es una deuda pendiente para nosotros. Sé que suena loco, pero entre tantas locuras que nos dijeron, me permito una más. Que un día Fabián vuelva y nos golpee a la puerta. ¿Por qué no?”. Si el tiempo lo cura todo, en este caso hay un problema. Para los Romero, el tiempo sigue sin pasar."Lo recordamos con alegría"Sobre su hijo, Aníbal aseguró que “lo recordamos con la alegría de siem
pre, es un recuerdo permanente, todos los días, porque tenía el ímpetu de trabajar, de estudiar y de hacer las cosas bien”.Cuando todo sucedió, Fabián acababa de terminar la educación secundaria en el Instituto Politécnico Beato Arnoldo Janssen y se aprestaba a estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional, en Córdoba.“Para él y para Luciano era un orgullo ser del Janssen. Los dos tenían varios proyectos en la escuela y cuando comenzó el ciclo lectivo en 2007 las autoridades del establecimiento llevaron adelante un recordatorio”, contó su madre.De imprevisto, los sueños e ilusiones del joven y de su familia se vieron truncos por un hecho del que no se conocen mayores detalles.(Nota completa publicada el 4 de enero de 2012)
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